lunes, 21 de febrero de 2011

Mujeres cazadas por las drogas

Más de la mitad de las mujeres que guardan prisión en las cárceles del país están condenadas por violación a la Ley 50-88 Sobre Drogas y Sustancias Controladas. Los números de apresados por narcotráfico que registró la Dirección Nacional de Control de Drogas el año pasado muestran que los hombres involucrados en esa actividad distan significativamente de las mujeres: 25, 142 masculinos frente 806 femeninas.
Las apresadas por drogas son en su mayoría jóvenes de 18 a 35 años.
En los centros de rehabilitación, las adictas son las menos que los hombres. Ellas son más inestables que ellos en el tratamiento porque se apresuran a reintegrarse a sus actividades cotidianas. Datos de Hogar Crea revelan que la mayoria de las que buscan ayuda son mujeres con edades entre 36 y 50 años.


“La vida no te alcanza a ti para arrepentirte de ese error”. Las lágrimas mojan los ojos de Andrea Lantigua, de 52 años, cuando hace esta afirmación. Cumple más de la mitad de una condena de siete años de prisión en la cárcel modelo de Najayo por violar la ley 50-88 sobre drogas.

Andrea, dominicana nacionalizada holandesa, es una de las 300 mujeres presas por tráfico de drogas en el país (52% del total de 582 reclusas). Como la mayoría de ellas, sirvió de “mula” (transporte de narcóticos).

Andrea cuenta que necesitaba dinero y una amiga le dijo que conocía quién le pagaría siete mil euros por trasladar de Santo Domingo a Holanda un kilo de cocaína en su estómago. “Nunca en mi vida había visto droga. Todavía no la conozco. Lo hice por desesperación. Uno siempre sueña con algo más, tenía la ansiedad de regresar a Santo domingo pero no tenía dinero”, afirma.

Es un error que con suerte a algunas sólo le cuesta sacrificar su libertad por unos años, otras sufren la desintegración de su familia, pierden sus casas y sus trabajos y los ahorros propios y ajenos de toda la vida en servicios de abogados.

Del total de hombres encarcelados, el 34% (7,124) está condenado por violar la ley 50-88.

A María Isabel Fuentes, española criada en Francia, de 52 años, su mala decisión le arrebató por un tiempo la comunicación con sus cuatro hijas. Una de ellas, narra, no salía a la calle porque temía ser agredida. “Fue una desesperación. Tenía deudas que pagar. Una amiga me contó que le había dado resultado y yo quería intentarlo. En casa dije que iba a España y realmente venía por nueve días a Santo Domingo a buscar la droga para llevarla a Francia”, recuerda.

Lily Gerard, francesa de 19 años, expone que su familia gastó casi dos millones de pesos en abogados. Los cambiaba con frecuencia porque algunos abandonaban su caso luego que cobraban el dinero. “Yo tenía una familia que me quería mucho. No sé por qué lo hice. Ahora lo dañé todo. Quiero volver a la escuela a estudiar enfermería y olvidar todo esto”. Para cumplir ese sueño le falta menos de dos años de la condena de cinco que le dictó el juez.

En Najayo, de las 148 presas por drogas, 38 son extranjeras, la mayoría holandesa. Le siguen las españolas, luego nortamericanas, panameñas, peruanas, mexicanas, puertorriqueñas, jamaiquinas y haitianas.

En común tienen estas mujeres que quienes le ofrecieron entrar en el “negocio” eran amigos muy allegados, que no volvieron a ver nunca más luego de que fueron apresadas.

Ninguna denunció a la persona que le suministró la cocaína o heroína. “No tenía por qué hacerlo. Nadie me obligó, sólo yo soy responsable”, dice María Isabel.

Otra cara. Su delito no es transportarla ni venderla, sino consumirla. Las mujeres que consumen drogas cumplen también condena en la cárcel de la adicción. Muy pocas adictas buscan ayuda para rehabilitarse, tomando como parámetro las estadísticas de Hogar Crea Dominicano (HCD).

Registros de esa institución, que trabaja con adictos, reflejan que del total de ingresos del año pasado, sólo el 6.3% (164) fueron mujeres y el 93.7% hombres (2,454).

“Cada año lejos de disminuir la cifra se va incrementando. Poco, pero siempre se observa en aumento. La disponibilidad de drogas no ha disminuido”, expone Julio Díaz, director de tratamiento de HCD.

A Eridania Martínez, de 22 años, su adicción la indujo a robar dinero para comprar crack, la más usada, según datos de HCD que reflejan que el 56% de los adictos consumen ese narcótico. Le siguen la cocaína (31%), marihuana (4.6%) y la heroína (3.2%), que en los últimos años cobra más fuerza.

Díaz explica que la cifra femenina es menor por el estigma, muchas veces no acuden a tratamiento por temos al rechazo social.

De los 44 centros que tiene Hogar Crea, tres están reservados para las mujeres (Distrito Nacional, Santo Domingo Este y Santiago).

Solo una vez
Las “mulas” no son reincidentes

La directora del Centro de Corrección y Rehabilitación Femenino Najayo-San Cristóbal, Patricia Lagombra, explica que las condenadas por drogas no son reincidentes ni son de reingreso. Explica que el 10% es consumidora de drogas y el 2% es adicta. Esas reclusas, apunta, entran en un programa especial ejecutado por el Departamento de Psicología, que les ofrece terapias de grupo e individuales para que superen su adicción.
“Han caído en esto por una circunstancia, por la desesperación por obtener lo que todo el mundo quiere: una casa, un carro, pagar la educación de los hijos… La mayoría son muchachas jóvenes de 18 a 35 años”, indica.
Lagombra aboga porque la sociedad acoja a estas mujeres cuando salgan de la cárcel, que les de oportunidad de demostrar que han cambiado. “De aquí salen renovadas. Las formamos en valores y aprenden oficios técnicos, la idea es prepararlas para que se involucren en las actividades laborales”.

Incremento
Más mujeres consumen drogas

El psicólogo Feliciano Rosario, coordinador del Programa de Rehabilitación de Casa Abierta, expuso que el consumo de drogas es mucho menos proporcional en la mujer que en el hombre, pero que cada vez son más las mujeres que consumen drogas y alcohol. Sin embargo, es ínfima la cantidad que busca ayuda. “Cuando lo hacen es porque realmente la situación se le ha escapado de las manos. Su consumo pasa más desapercibido porque dentro de la familia tienen más ocupaciones que el hombre. Regularmente llaman la atención cuando llega una etapa que les causa problema”.
Dice que la persona cae en drogas por múltiples factores, pero regularente se trata de personas que provienen de un hogar autoritario y castigador o que haya sido muy permisivo, donde las reglas de disciplina no están claras. Entre los factores personales señala la baja autoestima, pobre tolerancia a la frustración, poca capacidad de comunicación.

Dinero
Una actividad que mueve millones

Condenadas por intentar sacar drogas del país aseguran que no recibieron dinero antes de la operación. Dijeron que confiaban en las persona que los contactó y nunca pensaron que podrían ser objeto de estafa. A Lily Gerard le ofrecieron pagarle 25,000 euros por pasar cinco kilos de cocaína desde Puerto Plata a Francia. A algunas las engañan, les dicen que llevarán una cantidad y sucede que al final lo que llevan es más. A María Isabel le ofrecieron 10,000 euros por trasladar 8 kilos de cocaína, cuando la descubrieron en el aeropuerto, en la maleta llevaba 16 kilos. Mientras que la oferta que aceptó Madeline Boom era de 10, 000 dólares por llevar a Estados Unidos un kilo de Heroína.
Tratan de pasarlas en diferentes formas: dentro del estómago, pegadas al cuerpo con cinta adhesiva (debajo de la ropa) o dentro de una maleta escondidas entre calzados y vestimentas.

Testimonios
Andrea Lantigua
Reclusa

“Cuando estás haciendo eso no piensas en el peligro. Yo pensaba en el dinero que iba a ganar y en las deudas que iba a pagar. La persona que te contacta nunca te habla de riesgos, sólo te alardea de los beneficios. A mí me dijeron que yo podía hacer un gran negocio. No dudé en aceptarlo”.

Madeline Boom
Reclusa

“Lo hice por ambición. No culpo a nadie. Yo tenía un buen trabajo, era “manager” (gerente) en un restaurante en Estados Unidos y también estaba estudiando. Escuchaba algunos clientes hablar del negocio. Yo insistí en que quería probar suerte, me ofrecieron 10 mil dólares por llevar un kilo de heroína”

Sheila Bergwin
Reclusa

“No sé qué pasó. Yo no sé. Creo que fue por emoción. Yo vivía bien, trabajaba en una tienda y estudiaba ingeniería. Veía a mis amigas con mucho dinero, le pregunté que como lo consiguieron y dije yo también quiero. En el aeropuerto ellas pasaron sin problemas, la que no pudo fui yo. Me detuvieron de una vez”

María Isabel Fuentes
Reclusa

“Nunca lo negué. Cuando la Policía me interrogó yo dije que sí, que la maleta con la droga era mía. La persona que me entregó la maleta me había dicho que llevaría 8 kilos de cocaína, pero por el peso de la maleta sabía que había más. Después me enteré que los que me contrataron también están presos”

Lily Gerard
Reclusa

“Me agarraron de una vez. Yo tenía la droga amarrada en los muslos y llevaba una falda corta. Cuando iba pasando por el detector, sonó. Inmediatamente la mujer policía me puso la mano en el cuerpo sintió los paquetes en mis piernas. Sentí que el mundo se me caía encima”

Eridania Martínez
En recuperación

“Nadie quiere estar aquí, pero estás porque sabes que es importante. Cuando caes en adicción, pierdes la confianza de tu familia. Nadie te cree. Yo descuidé mucho a mi hijo, que ahora tiene cuatro años, duraba hasta un año que no llamaba para saber de él. Ahora estoy demostrando con hechos que quiero cambiar”

Stephanie Caba
En recuperación

“Empecé a consumir marihuana por influencia de mis amigos, a los 14 años, por estar en el “coro”. Nunca pagué por droga, me la regalaban los muchachos del barrio. Yo tenía carencia afectiva, me sentía sin apoyo. Dejé la escuela, no estaba en nada. Mi madre me trajo a Hogar Crea para ayudarme”

Clara María Pozo
En recuperación

“Consumía crack y cocaína. Llegué a robar para poder comprarla, me ponía agresiva. Perdí mi casa, tuve que dividir a mis cinco hijos para que vivan con personas diferentes. Decidí rehabilitarme por la actitud de mi hija, que me dijo que se avegonzaba de mí. Ella es mi motivación y en Dios he encontrado fortaleza”.

Publicado en El Caribe

jueves, 17 de febrero de 2011

RD tiene quien camine por ella

Me topé con ellos por casualidad. Yo estaba en la Basílica de Higüey cubriendo las incidencias previo a la celebración del Día de la virgen Nuestra Señora de La Altagracia.
Daba las fotos por perdidas pero ahora que las encuentro, me alegro mucho de compartirlas con ustedes.
Fue el reciente 19 de enero. Veo a ese par de jóvenes, mochila en hombros, con la barba de varios días y con tanto entusiasmo, llegar al templo, seguidos de estudiantes de bachillerato y primaria y de un paquete de gente de Higüey, que no sé identificar bien quienes eran. También les acompañaban unos ciclistas y motociclistas.
A quien reconocí primero fue a Claudio Caamaño Grullón, porque con él ya había compartido en otras actividades en mi amado Baní. Imagínense, cómo no conocer a don Claudio, guerrillero de la Revolución de abril de 1965, y ahora presidente de la Fundación Caamaño.
Le dije al fotógrafo que me acompañaba: “Corre, Danny, tómales fotos, no sé de que se trata pero seguro es importante”.
No me equivoqué. Después reconocí que uno de los “barbudos” era el hijo de Claudio, Claudio Antonio Caamaño hijo, de 24 años. Junto a él Charlie Soto, de 28 años.
Preguntando me enteré que estos jóvenes andaban recorriendo el país para llevar el mensaje de que es necesario que rescatemos nuestros valores morales y sociales. Su misión la denominaron “Un paso por mi país”.
Qué orgullosa me sentí de ellos. ¡Qué valientes me parecieron!
Y lo mejor: lograron su propósito. Recorrieron  1,224 kilómetros en 47 días por 27 provincias de la República Dominicana.
El miércoles 26 de enero acudieron al Altar de la Patria para honrar la memoria del patricio Juan Pablo Duarte en el día de su natalicio.
La travesía de este par de jóvenes valientes concluyó al otro día en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se celebró un acto de recibimiento.
Charlie y Claudio Antonio salieron el 11 de diciembre a dar sus pasos. Han declarado que esta iniciativa nació fruto de la impotencia que sienten ante los problemas por los que atraviesa el país, y demostrar a la sociedad que cada quien puede hacer algo por su nación.
¡Qué gesto tan bonito, qué gesto tan patriótico! Nos devuelve la fe en nuestra juventud y en nuestro país. La verdad es que los admiro, los felicito.
Al momento de la foto en Higüey alguien gritó, “Que no se quede el perro”. Pues se trataba de un canino que se integró a la caminata de los jóvenes en San Francisco de Macorís y con ellos se quedó hasta el final.
Quiero con esta entrada ser una voz más que de a conocer esta acción, porque creo que nos debe servir de ejemplo y de inspiración.
Cada vez que se les entrevista sobre sus experiencias durante el recorrido, los chicos siempre agradecen el apoyo que recibieron en los pueblos que visitaron. La acogida y hospitalidad del dominicano es maravillosa, y más aún si se trata de una causa tan noble como "Un paso por mi país". Sin duda, que su paso por cada pueblo dejó un mensaje amor por nuestro país y de la urgencia porque luchemos por hacer de esta media isla un lugar mejor para vivir.
Con este ejemplo, estos jóvenes no se imaginan lo trascendental que han sido sus pasos en la memoria de los que hemos conocido de su hazaña. Ellos han dicho que las vida les ha cambiado totalmente después de su iniciativa, a mí me han renovado las esperanzas. ¡Gracias, chicos!

domingo, 6 de febrero de 2011

sábado, 5 de febrero de 2011

Fuerza de voluntad

Podría quedarme aquí toda la tarde. Podría pasarme también toda la noche, hasta mañana, sin comer ni beber, abrazando mi tristeza. Siento que estas sábanas tibias me aprisionan. Eran divertidas cuando tu cuerpo se cobijaba debajo de ellas junto al mío. Pero ya no estás, de hecho, hace mucho tiempo que tu ausencia reina en esta habitación color salmón. ¿Por qué me sorprende? ¿Por qué recordarte ahora? No lo sé. Quizás sea que rememoro tu calor en estas sábanas tibias. A veces creo que te olvido y días como hoy recuerdo que sigues escondido en mi corazón.
Quiero tomar como excusa que el malestar de la gripe no deja que me ponga en pie. La verdad me duele todo el cuerpo.
No hay excusa que valga. La brillante luz meridiana invade la casa. Las sábanas son aburridas y, aunque no sé como aliviar el corazón, sé qué pastilla tomar para calmar el cuerpo.
Me levanto seducida por el sol. En la cocina se escucha el trinar de los pajaritos. Un pequeño sorbo de té es suficiente para que el acetaminofén se diluya en mí. 
 Pienso: “Hay mucho que hacer”, mientras como una sonámbula avanzo hasta el baño. El agua fría en mi cara termina de despertarme. ¡Manos a la obra! Voy a empezar por comprar una pintura azul.