domingo, 22 de mayo de 2011

Una confusión que me costó muy cara

“Estoy Confundido”, me dijo en un mensaje de texto.
Qué desgracia ésta, pensé. Me quedé con una cara de: ¿Y entonces? ¿Qué se supone que hago yo ahora?
Ni idea.
En unos segundos, me cambió la vida. 
Mil sensaciones: frío, calor, cosquillas, temblores, latidos, mareos, tristeza, inercia… Uff!
Está confundido. me repetía yo una y otra vez. 
Mil preguntas: ¿Pero, qué pasó? ¿Y yo qué hice? ¿Será que leyó a Fugaz y a Recuerdos? Si es así que lo diga, todo tiene una explicación. ¿A dónde fue a parar tanto amor? ¿Qué le dio a este hombre? ¿Confundido? ¿Qué significa eso? Y me repetía la pregunta favorita del momento: ¿Qué se supone que hago yo ahora?
Reacciono. 
Le respondí con otro mensaje: Pero por qué…
No dijo nada.
Me engancho mi cartera. Salgo a caminar.
Camino, camino, camino… a veces rápido, a veces despacio. La casa se va quedando atrás.
Camino, camino, camino… Hace tanto calor a las cinco de la tarde. El sudor corre en mi espalda. Me gustan los domingos porque las calles están despejadas.
Camino, camino, camino… “Creo que ya lo dañé”, me digo. Las lágrimas empezaron a correr. ¿Cómo fue que lo eché a perder? No tengo respuestas. ¿Fui yo que lo eché a perder? ¡Mierda! Qué poco dura la felicidad en casa de pobre.
Camino, camino, camino… Avanzo. Una farmacia, una heladería, un supermercado, una gran tienda por departamentos, un restaurante de comida rápida. Voy por la acera que tiene sombra. Sopla una brisita. Es una tarde bonita. Pudo haber sido perfecta, sino fuera por ese... mensaje.
Camino, camino, camino... a veces rápido, a veces despacio.¡Qué rabia tengo! Y este teléfono que no vuelve a sonar...  grrrr#$%&/  
¿A dónde voy? Mejor entro a la gran plaza. Aqui está fresquito. Recorro los pasillos.
Camino, camino, camino… Las lágrimas se calman: 50% de descuento por cambio de temporada. Oportuna coincidencia. Saco mi pañuelo y me sueno la nariz. Hermosas zapatillas de plataforma de RD$1,120 a RD$650 Son mi número, qué atinado 37. ¡Me las llevo!
Zapatos cerrados con taco alto de RD$1500 a RD$750. Son mías, indudable.
Benditas tarjetas de crédito.
Siento que mi presión arterial se estabiliza.
Camino, camino, camino… Creo que me llevaré un par de camisas, las “necesito” para trabajar: RD$525 cada una. ¡Qué bonita blusa! No es mi size pero a manita sí le puede servir: RD$450…
Felicidad.
Suena el teléfono. 
Qué bien, otro mensaje: “Ya se me pasará”.
Hey! Espera, nenito, que ahora quien está confundida... ¡soy yo!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Fugaz

Hoy comparto Fugaz y Recuerdos, rescatados de los archivos.

Y de repente desapareciste. 
Silencioso, despacio, como el sol desplaza a la luna. 
Me pregunto si fuiste una ilusión en mi vida. 
Si te imaginé, si solo ocurriste en mi pensamiento.
Pero veo tus cartas. 
Confirmo que ciertamente estuviste una vez, 
por una estación. 

Y de repente no estás. 
Te busco en mis recuerdos, 
hablo contigo a solas, 
te cuento mis lamentos.

Si te fijas bien notarás que nunca más tuve algo que contar. 
Nada.
Te llevaste mi inspiración, mis ganas de escribir bonito. 
Intento recuperarme. Lo intento, sí. Más me vale.
Mis dedos vuelven a dibujar letras porque pienso en ti. 
Se van raudos y ligeros porque todo lo haces tan fácil. 
Siempre lo dije, todo es perfecto si estás.
Mi pequeña cueva se convertía en palacio con tu presencia.
Y yo era la más feliz de las princesas.

Recuerdos

Sobra decir que te extraño,
recalcar que aunque es verano
me quedé en el invierno que te conocí.
Porque nunca el frío había sido tan cálido
como el vivido en tus brazos.

martes, 3 de mayo de 2011

Golpe duro al terrorismo


Recuerdo claramente qué hacía yo cuando cayeron las torres gemelas. Diez años después recuerdo todo como si ocurrió ayer.
Pasaban de las nueve de la mañana. Estaba en casa preparándome para irme a la universidad. Tenía la televisión encendida y en la cocina, como siempre, la radio sintonizaba una emisora de la frecuencia AM.
De repente, se interrumpió la música que se escuchaba en la cocina y en la televisión empezaron a presentar dos altos edificios de los que salía fuego y humo.
Llamé a mi madre para que viera la noticia. No entendíamos qué pasaba. Mami se puso nerviosa cuando entendió que se trataba de un ataque terrorista a los Estados Unidos.
“Dios mío, pero son las torres gemelas”, exclamó mi madre.
Sí, se trataba del World Trade Center. El edificio en el que mami había estado el verano anterior y del que quedó fascinada.
En el autobús que abordé rumbo a Santo Domingo le di seguimiento al trágico hecho sin proponérmelo. Creo que no quedó una sola emisora que no transmitió lo que ocurría. Todos los pasajeros íbamos en silencio, atentos a las informaciones.
Muchos se lamentaban, otros estaban nerviosos porque no sabía de la suerte de sus familiares que vivían en esa gran urbe estadounidense. En Baní casi todo el mundo tiene un pariente en “Nueba Yol”.
Al llegar a la universidad, se sentía el mismo ambiente de tristeza y consternación. El tema ocupó gran parte de la hora de clase.
Fue ese 11 de septiembre de 2001 cuando por primera vez escuché hablar de Osama Bin Laden. Me sumé a los que sentían el miedo de las acciones que podía emprender ese hombre al tiempo que sufrí la muerte de tantas personas inocentes.
¿Cómo un ser humano puede degradarse hasta llegar a convertirse en una amenaza para millones de personas en el mundo? No entiendo.
Es más, todavía me pregunto por qué ese odio tan grande hacia occidente –pues el repudio de Al Qaeda no está dirigido sólo a Estados Unidos-.
Por muchos días, quizás semanas, no se dejó de hablar de ese acto y de lamentar la muerte de las casi tres mil personas que ocupaban esos edificios emblemáticos del poder económico de la potencia norteamericana.
Ahora que conozco que ha muerto el temido Osama Bin Laden no sé si celebrar o qué. La verdad que la noticia no me alegró y me pregunto hasta qué punto es permitido celebrar la muerte de un ser humano, aunque se trate de un malvado.
Lo que sí es que he sentido una especie de tranquilidad, un alivio, al saber que ya no existe el promotor principal del terrorismo. Sin embargo, creo que con su muerte no se termina el terrorismo. Quizás es ahora cuando Estados Unidos debe estar más atento porque desconoce quien moverá las fichas del juego de Al Qaeda. Murió el maestro, pero los alumnos continúan vivos. Es mejor no descuidarse porque siempre hay un estudiante aventajado en el aula.