viernes, 30 de octubre de 2009

La suerte de leer un libro

La lectura es un pasaje abierto para viajar a un sinfín de destinos. Te lleva a lugares que entristecen, regocijan el alma, nutren el conocimiento o absorben la ignorancia. El que sabe tiene el poder. Todo depende del texto donde hagas escala.
Me emocionó saber que en República Dominicana se desarrolla del proyecto "Yo leí ese libro", que empezó en Argentina.
Esta iniciativa consiste en que las personas dejen un libro en cualquier lugar, ya sea un centro comercial, en una plaza, debajo de un árbol, a la sombra de un rincón, en una esquina o donde le parezca.
En una de sus páginas se deberá especificar las instrucciones para que quien lo encuentre sepa qué hacer con el texto.
Te imaginas que emocionante sería ir caminado por la calle y encontrarte con un libro que se ofrece sin reservas para ti? Qué suerte!
Entérate de más visitando el blog www.Yoleiestelibro-republicadominicana.blogspot.com.
Anímate a leer!

sábado, 24 de octubre de 2009

Enganchados a las redes sociales


Antes de lavarse los dientes, Marisela, de 24 años, inicia sesión en Facebook. Todavía soñolienta, empieza sus días saludando a sus contactos en línea.

Llevar el internet en el bolsillo a través de su teléfono móvil le facilita estar todo el tiempo conectada a cualquiera de las cinco páginas a las que está registrada con precisos datos personales.

“Reviso mis cuentas varias veces al día. Presto más atención a tres de ellas. Es algo que disfruto y me inquieta no poder estar comunicada”, confiesa.

Las redes sociales han revolucionado el estilo de vida de los cibernautas, y crean una nueva adicción, en la que muy pocos, como Marisela, reparan.

Para muchos, la vida comienza cuando su contraseña les abre el mundo virtual. Y hay quienes no conciben su existencia sin otra actividad diferente a publicar lo que hace o piensa y estar pendiente de qué hace el otro.

A esa ansiedad que provoca estar desconectado hay que prestarle atención, sugieren la psicóloga Olga María Renville y el psiquiatra Rafael García Álvarez, porque son los síntomas de una dependencia.

Renville explica que la adicción se nota en el adolescente que se pone agresivo porque le prohíben el internet, o en quien no duerme por estar pendiente a colocar informaciones y fotos en su página o comentar las ajenas. “Si no estar conectado te incomoda, te inquieta o te irrita, es una alerta de que te conviertes en dependiente de eso”.

García Álvarez señala que el uso desmedido de estas herramientas provoca en la persona una necesidad de exhibicionismo que se convierte en un problema cuando se descuidan otras responsabilidades para actualizar el perfil.

“Cuando tu vida gira en torno a estar conectado, si sientes ansiedad por desarrollar esa actividad o cuando ésta ocupa el primer plano de tu vida, entonces empiezas a tener un problema”, apunta.

Vida privada demasiado pública

Mary Campusano, de 25 años, sufrió las críticas de familiares que mediante Facebook se enteraron de su noviazgo, por unas fotos íntimas que publicó.

Ahora tomó medidas para cuidar su privacidad. “No permito que nadie copie mis fotos ni que quien no sea de mi red de amigos entre a mi perfil. Además, escogí la opción de que mi perfil no aparezca en el buscador”, confiesa.

García Álvarez advierte que el hecho de que otra persona conozca todos tus movimientos favorece intenciones criminales, o puede que use esa información con fines particulares.

“Cuando tú te desnudas, que alguien tenga conocimientos acerca de ti esa persona tiene poder sobre ti. Siempre en la red hay quienes buscan hacer maldades. Es riesgoso tú exponerte tanto, ser tan transparente, porque tienen control de ti”, explica.

La clave es la mesura

Censura no

El especialista español en sistemas y tecnologías de la información Enrique Dans opina que quienes eviten esas páginas por temor a que arruine sus relaciones, dejarán de desarrollarse en un entorno social trascendente

“Quienes intenten evitar los peligros de las redes sociales para la juventud, alejándolos de ellas, estarán cometiendo un error, porque sus hijos crecerán privados del conocimiento y del saber hacer en una dimensión que sin duda va a ser, en el futuro, importante para ellos”, dice en un artículo publicado en su blog.

Moderación sí

La psicóloga y psicoterapeuta Olga María Renville explica que las relaciones de internet se deben afinar con el contacto cara a cara y el roce personal.

Recomienda que no se esté expuesto por más de dos horas a estar pendiente de la actividad en internet a menos que por motivos de trabajo, estudios u otra necesidad mayor sea imperioso.

“Estas redes son una realidad que estamos viviendo y que no podemos censurar en su totalidad. Pero no es positivo que todas las relaciones se circunscriban al mundo cibernético, se deben fomentar más los encuentros personales”, indica.

Situaciones

La Policía está atenta
Un fugitivo reveló sin querer su paradero a la Policía de Seattle (EE.UU.) con sus actualizaciones. Un ex funcio- nario de Justicia que tenía entre sus contactos dio la alerta.

Datos para criminales
Datos publicados por usuarios de Hi5 facilitaron en México varios planes de secuestradores. Ejecutivos de Hi5 reconocieron que fortalecer la seguridad de la página es prioridad.

Motivo de angustia
Después de que colapsara, hace pocas semanas, por la gran cantidad de usuarios activos, unos 78 comentarios por hora la abarrotaron solicitando con desespero el servicio.

Revisión frecuente
Un estudio del Centro de Producción Económica de España señala que el 79% de los usuarios revisa su perfil una vez a la semana y el 21% lo hace varias veces al día.

Actitud de un adicto
Cuando se frizó el pasado día 8, miles de expresiones como “Twitter está congelado, mi vida terminó”, “¡arreglen esto, ya!”, “Algo raro pasa. No lo soporto”, inundaron la página.

Foto: Juan Almánzar

Publicado en El Caribe

viernes, 23 de octubre de 2009

Como si estuviéramos en guerra

Conversaba con una turista española sobre la impresión que se lleva de su visita a República Dominicana. Me dijo que además de la belleza de sus paisajes naturales le sorprendió ver tantos policías y personas con pistolas o armas largas custodiando los centros comerciales, bancos, oficinas, instituciones.
“Parece que están preparados para la guerra”, opinó.
Y me preguntó que cómo es que aquí se habla de tanta delincuencia e inseguridad viviendo esa situación. “Más que segura, sentí temor al verles”, dijo.
Me puso a reflexionar su observación. Tarde unos minutos en decir algo que ocupara el lugar de la repuesta.

lunes, 19 de octubre de 2009

El drama de izar la bandera de colores


Esperaba encontrarme con una mujer voluptuosa, de larga melena rubia, con los ojos delineados de negro intenso, una modelo, como la que había visto antes en las fotos de su blog. Pero quien me recibió en su casa fue un aspecto femenino común y corriente, de pelo corto, con el rostro al natural, sin una pizca de polvo compacto.
Con peluca o sin peluca, Thalía Almenderos –como prefiere llamarse mi entrevistado transexual- es muy simpática y afable. Su belleza no la aportan los tantos complementos que usa para verse mujer, sino su determinación y valentía de mostrarse a los demás como realmente se siente ser.
A nuestra cita, pautada para las tres de la tarde, llegué media hora antes. No se molestó. De inmediato me abrió las puertas de su hogar, y pocos minutos después, las de su corazón.
Debía verla porque es la coordinadora del grupo Trans Siempre Amigas y era una pieza clave para completar mi reportaje sobre la situación social de los Gays en República Dominicana.
Me contó que para los transexuales sobrevivir en una sociedad que no concibe otra cosa que ciudadanos heterosexuales, es una tarea aún más ardua que para cualquier otra persona que manifieste una orientación sexual diferente.
Ella habla con soltura y seguridad. Se pasa la mano por su pelo químicamente alisado mientras me explica que el hecho de exhibirse en público como se sienten automáticamente las despoja del derecho a la educación o al trabajo, porque en esos lugares no se concibe la presencia de un hombre vestido de mujer.
“No nos queda otra opción que trabajar en un salón de belleza, en una floristería o de maquillistas porque no nos aceptan en ninguna otra parte. El rechazo obliga a muchas a recurrir a la prostitución porque es que no tienen otra alternativa”, dice.
El drama para los que se deciden a ejercer esta última labor es aún más desgarrador. Aunque se trata de un episodio contado en innumerables ocasiones, no deja de sorprender: “La Policía abusa mucho de las trans, cuando las ven en la calle las apresan sin motivos, las despojan de sus pertenencias, las golpean, las agreden y las obligan a que les hagan el trabajo sexual”.
Acudir a un hospital golpeada es todo un trauma. Thalía habla de la experiencia de sus otras compañeras que sufren la burla del personal médico y de pacientes en el hospital, quienes, dice, se rien de su apariencia. “La gente cree que a la emergencia ha llagado un espécimen raro y se riega la voz de que hay un transexual para que todo el que quiera vaya a verle, como si se tratara de un circo. Se rien de su vestimenta, de su maquillaje y le vociferan palabras denigrantes”, dice.
Algo que tiene claro la comunidad de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (GLBT) es que las burlas y los chistes de mal gusto no acabarán. Pero exigen respeto.
Mirla Hernández, activista autónoma lésbico-feminista, lo resume así: “Lo más importante es el derecho de salir a la calle, sin que te señalen. Que la gente te diga cosas en la calle eso va a pasar siempre pero que no te criminalicen por eso, que la policía deje de estar agarrando a los muchachos y muchachas por eso por que se vean machorras o muy partidos”.

La odisea de salir del clóset

También conocí a Daniel, que tiene un pie adentro y el otro fuera del clóset. Aunque su comportamiento y manera de hablar a veces casi delatan que es gay, él trata de mostrarse como lo que aparenta, un heterosexual, porque debe cuidar su puesto de trabajo que con tanto esfuerzo se ha ganado.
Él critica la doble moral que vive una gran parte de la sociedad, que sabiendo la realidad se empeñan en taparla con un dedo: “Una persona te dice que es la más liberal del mundo y que no tiene problema con los homosexuales pero cuando se trata de tener a un pariente cercano lo rechaza. La gente en la palabra te dice que acepta la homosexualidad pero cuando la tiene de frente cambia de actitud”, me dice.
Ese rechazo provoca que la mayoría de los GLBT permanezcan de incógnita, forzados a mantener una doble vida que los deprime. Algunos después de vivir un proceso de frustración, logran levantarse y salir adelante, hay quienes optan por ser activistas o establecer un negocio y vivir del gueto.
“Es una sociedad que al final de cuentas tú no la sientes tuya porque te discrimina. Tu puedes luchar durante algún tiempo contra la homosexualidad muchos de nuestros muchachos luchan contra eso porque ven el panorama y saben que no es fácil. Pero hay cosas con las que tú no puedes luchar y una de esas es la homosexualidad. Eso no se cura. Vives en una sociedad tu tiene que vivir la doble vida que a veces no quieres vivir y eso te traumatiza”, me confiesa Daniel.

Seres humanos

“No se trata de exigir derechos de los gays, se trata de derechos humanos, porque somos ciudadanos como cualquier otro”, me dijo uno de mis entrevistados.
Y creo que tiene razón. Tengo amigos gays que son excelentes seres humanos, trabajadores incansables, buenos hermanos, buenos hijos.
Sé que son gays porque se les nota en su comportamiento no porque me lo hayan dicho. De ninguna manera veo que su orientación sexual los hace inferiores ni menos competentes que yo o que cualquier otra persona que sea hombre o mujer.

GLBT, una comunidad invisible

Con este título publiqué mi reportaje porque atando cabos es la mejor conclusión que se puede sacar. La población GLBT pasa desapercibida en el Estado Dominicano. Sus derechos no están contemplados en documentos legales, ni se recogen en las leyes o la Constitución.
Si miramos hacia América encontramos que en México y Colombia existen normas que sancionan la homofobia y en Argentina se consienten las uniones civiles entre personas de un mismo sexo, por citar algunos ejemplos. En Estado Unidos, el presidente Barack Obama se reunió con ellos para “rendirles cuentas” sobre las promesas que les hizo durante la campaña con tal de contar con sus votos y que aún no ha cumplido.
Sin embargo, los GLBT en República Dominicana aún no se atreven a reclamar ese tipo de derechos. Sería mucho aspirar. Su lucha se centra en lograr que la sociedad les reconozca y les permita caminar las calles vestidos de sinceridad.
Estamos creciendo, pero aún nos falta mucho para entender que el mundo es plural, diverso y de colores.

Ver aqui reportaje escrito en el portal Público.es sobre la violencia homófoba

Imagen que ilustra esta entrada fue diseñada por Andrés De Peña

viernes, 16 de octubre de 2009

Un mejor transporte, por favor


En la medida en que las avenidas de Santo Domingo se inunden de un transporte público decente, contribuiremos a la descongestión del tránsito.
Estoy segura de que si pudiéramos contar con autobuses y carros públicos en buenas condiciones, limpios y presentables, con asientos sin roturas que amenacen la vestimenta del usuario, si contáramos con minibuses regidos por rutas con horarios, muchos se decidieran a dejar sus vehículos en casa.
Pero viviendo la situación que tenemos, con unos cacharros circulantes, rutas pirateadas que favorecen el trabajo de delincuentes, cualquiera se desespera en enredarse en un lío económico para comprarse un carrito.

Imagen tomada de www.bani.com.do

jueves, 8 de octubre de 2009

¡Y mi sobrino se mueve!

Sí, ya sabemos que es un niño. La mayoría se equivocó en sus vaticinios. Menos manita, que aunque en voz alta decía que no le importaba conocer el sexo del bebé, despacito susurraba su preferencia de que fuera un niño lo que lleva dentro. Se le cumplió su deseo.
Supuestamente todo apuntaba a que era niña porque la panza se veía como redonda, pero esas cábalas antiguas esta vez no atinaron.
Mi sobrino ya se mueve y se nota.
Mi hermana y yo estábamos en la cama, después de almorzar. De repente ella parece que tiene hipo y de la panza como que le sale un brinquito (que aún no se distingue muy bien, pero se siente cuando pones la mano). Me dice: “Mira como está tu sobrino revuelto, de aquí para allá”.
Abro mis ojos como dos limones. Me apresuro a posar mis manos en su vientre para sentir esas “pataditas” del bebé. Waaao! Qué emoción!
La verdad es que esperaba otra cosa jajajá. Creía que el movimiento sería más intenso. Manita dice que es que está muy chiquito aún, vamos a ver que tal se siguen esos vaivenes. Es comoquiera emocionante para una tía que aguarda ansiosa la hora de tener en sus manos a su sobrino para malcriarlo.

lunes, 5 de octubre de 2009

Susurros de Dios

Mi amiga María Teresa fue la primera que me habló y me llevó a esa casa de oración. Ella tiene una fe especial y un optimismo que anima a quien la escucha. Recuerdo que fuimos las dos juntitas un viernes a las ocho de la noche. Después de ese día que experimenté de manera tan efusiva la presencia Dios en mi, no había vuelto hasta el pasado viernes.
De esa primera vez quizás han pasado unos tres años. De lo que no me cabe duda es que esa experiencia marcó mi vida. Aunque siempre quise volver a orar con el padre Darío Bencosme, excusas vanas me envolvían para dejar en el aire mi deseo.
El reencuentro con ese lugar de fe se dio gracias a otra amiga –Sí, tengo buenas amistades, jajá-. Jesús me llamó a través de Kirsis que me comentó que había ido a un grupo de alabanza de la que salió renovada y me invitó a que lo visitáramos alguna vez. Yo me emocioné cuando supe que me hablaba de la Casa de Oración Nuestra Señora de la Altagracia. De inmediato accedí a la invitación.
La noche fijada, llegué pocos minutos después de que comenzara la sesión. Todo estaba igual que el día que me estrené con María Teresa: una sala casi a oscuras, un ambiente de paz y comunión.
El padre Darío exponía sobre los ángeles que Dios envía a nuestra vida para cuidarnos (se celebraba el día de los santos ángeles custodios). Entré despacito y me acomodé en una de las sillas de las filas finales. Kirsis se integró diez minutos después con su hermana.
En la reunión de esa noche no cabían peticiones. La intención era dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas.
Reflexioné sobre las tantas cosas que tengo, que a veces no valoro en su justa dimensión. Me sentí avergonzada porque no siempre agradezco con el mismo ímpetu con el que pido.
En ese lugar la comunicación con Dios se manifiesta con una claridad que estremece.
En el momento de adoración no pude contener las lágrimas. Mi blusa quedó empapada de ligeras gotas saladas que brotaban imparables de mis ojos.
A medida que el sacerdote hablaba y decía cosas por las que él se sentía agradecido, imágenes de mi vida que han sido verdaderos regalos divinos se proyectaron en mi memoria. Me invadió una ternura y una tranquilidad indescriptibles.
No paraba de llorar. Al paso de cada lágrima sentía una liberación. Me volví a sentir perdonada, agradecida, preferida, amada, protegida, bendecida en abundancia como otras veces en que me conectado con Jesús enteramente.
Me dí cuenta de que tengo tantas cosas que agradecer que si esa noche hubiera empleado mi conversación celestial con Jesús en detallarle mi lista cuasi interminable de peticiones hubiera sido egoísta de mi parte.
Tengo trabajo, una familia que me ama, amigas que son como hermanas, un sobrino casi en mis brazos, salud, fuerzas para echar adelante, un techo que me cobija, dificultades cotidianas que me ayudan a crecer, problemas qué resolver…
Quiero compartir esta vivencia con ustedes como un testimonio. Decirles que no hay mejor aliciente que la presencia de Jesús en nuestra vida para sentirnos plenos y seguros.
También invitarles a que dediquemos tiempo de calidad a conectarnos con nuestro creador, que siempre tiene para nosotros palabras de amor que reconfortan. Que así como tenemos disponible una larga plegaria para pedir también escribamos una extensa lista de agradecimientos.
En el portal http://www.carismaticos-hispanos.com/ se puede seguir las alabanzas en vivo de la Casa de Oración Nuestra Señora de la Altagracia.

viernes, 2 de octubre de 2009

Un servicio de salud que enferma

Que podamos contar con servicios médicos de calidad en hospitales equipados, al menos con lo indispensable, es un derecho que todos debemos exigir. Es lamentable que en un municipio tan grande como Santo Domingo Norte no haya un centro asistencial que dé abasto con las necesidades de su población. Y que allí se tejan tristes historias como la de Mildred, cuya hija nació muerta en el hospital de Villa Mella sin que los médicos hayan podido explicar el por qué. Ya que la bebé, de once libras, tenía todas las posibilidades de vivir si no hubiera sido por la negligencia de los galenos.

Comparto con ustedes la trágica historia que narra Oscar Quezada sobre su hermana Mildred y el trato que recibió en el Hospital de Villa Mella. Esto nos lleva a reflexionar sobre lo desprotegida que está la población víctima de la negligencia médica. y nos plantea la interrogante: A dónde podemos acudir? Qué hacer? Sentarnos a llorar mirando impotentes cómo médicos sin criterio continúan su labor?

Una vida que debió nacer viva
Una historia para compartir

Fueron nueve meses de expectativas constantes. Mi hermana estaba tan contenta con su barriga, que apenas tenía tiempo para pensar en pormenores. Ni siquiera el sexo quería saber, aunque para nadie es un secreto que le encantan los varoncitos. Sus chequeos médicos eran puntuales, y eso la hacía mucho más feliz todavía, pues constituía un momento adicional para disfrutar de aquel embarazo que no dejaba de crecer y darle carpetas, a ella, a su esposo, a sus dos hijos y a los vecinos, que a veces tenían que ayudarla hasta a pararse de una silla, por lo panzuda que su puso en la postrimería de su emocionante (y desesperante) estado de gestación.

Sus dos primeros muchachos, uno de ocho años, y una niña preciosa de tres, los parió a fuerza de pujanzas en la Maternidad La Altagracia. Pero se le antojó alumbrar el tercero en el hospital de Villa Mella. Allí comenzó su pesadilla.

Un doctor de apellido Cáceres, del personal médico de este centro hospitalario sin dolientes ni regentes, fue quien todo el tiempo atendió a mi hermana, porque ella le había comentado de algunas complicaciones, como sus problemas congénitos de presión arterial, sobrepeso y signos preocupantes de diabetes.

El día esperado llegó y la sorprendió sola. No estaban ni su esposo, ni sus vecinas que estuvieron siempre atentas a su embarazo. “Estoy sola”, me llamó el martes al celular, minutos después de las 8:00 de la mañana. Respondí reiterándole la pregunta que le hacía una y mil veces: Mildred, ¿te vas a quedar en ese hospital?

Nunca me gustó la idea de que asistiera a un hospital donde presenciar abortos en los pasillos, mujeres sangrando a punto de desmayar por falta de atenciones básicas, quejas al granel por simplezas como falta de sueros o hilos para coser, ya no sorprenden a quienes osan acudir a este centro hospitalario cavernario y con esperanzas remotas de mejorar.

En casi todas las consultas con el doctor Cáceres, Mildred siempre preguntaba sobre las posibilidades de que le practicaran una cesárea, porque la inquietaba que las sonografías nunca arrojaran informaciones elementales como el tamaño y la posición de la criatura.

La noche del martes antes de alumbrar, un médico del área de emergencias confirmó que la criatura decía con sus contoneos que el tiempo de salir del vientre estaba cerca. Y se sorprendió de que justo con 40 semanas cumplidas y consabidos problemas de presión arterial, el doctor Cáceres no ordenara una rápida intervención para que el parto no se complicara. Mildred cuenta que Cáceres nunca tomó estos elementos en consideración.

Cada contracción aumentaba el temor de mi hermana, como si advirtiera de esta forma que se acercaba lo que venía presintiendo y que desgraciadamente pasó. Era una niña de once libras, parecía que nació criada. Nació muerta. Cáceres no estaba presente. Por eso no pudo dar la cara para enfrentar la carga de conciencia por algo que pudo evitar y que por razones desconocidas no lo hizo.

Curiosamente, como si se tratara de un episodio de dimensión selvática, quien entró presuroso a la sala de partos fue el doctor Ricardo Wagner, director de eso que muchos insisten en llamar hospital. El mismo galeno que ahora exige a mi hermana los resultados de la última sonografía. No sabemos para qué. El mismo doctor que pretendía negociar con el padre de la niña muerta, para que no escribiera esto que ruego compartir con cuantas personas sea posible. Mi hermana está destrozada. Mi sobrinita está muerta. Y nadie tuvo la culpa.

Oscar Quezada, un tío frustrado

jueves, 1 de octubre de 2009

La emoción de concursar

Franchesca me contó que en la escuela sus compañeros le decían “la lenta” y que eso la hacía sentir muy mal. Después, escuché al hijo de una amiga quejarse con su madre porque en el colegio le llamaban por feos apodos. Por esa situación, el niño no quería volver al aula. Esos testimonios me motivaron a escribir un reportaje.
Cuando estoy en el proceso de recopilar los datos encuentro que la violencia escolar tiene diferentes vertientes, lo que hacía mi trabajo más amplio. Me desconcertaba saber que un lugar que debía ser de protección y seguridad para los niños y niñas estuviera amenazado por el peligro de la intimidación.
Así fue como nació “La violencia viste uniforme escolar” en mayo de 2009.
Un par de meses después de la publicación, recibí una llamada de PlanRD, una ONG que trabaja por una mejor calidad de vida en los niños, niñas y adolescentes. Yudelkis me comentó que les gustó mi trabajo y me animó a que participara en el V Concurso Periodístico sobre Niñez y Adolescencia que ellos organizan en coordinación con Visión Mundial y Unicef. Le dije: “Oh! muchas gracias”.
Pasaban los días y yo me olvidé de esa propuesta. La recordé cuando a la Sala de Redacción llegó Carolina, de Visión Mundial, para invitar a todos los periodistas a que participaran en el certamen.
Ella iba escritorio por escritorio distribuyendo brochures con los datos del concurso. Cuando llegó a mí, me preguntó mi nombre. Tras presentarnos, me dijo que había leído mi trabajo y me animó a que participara.
Pensé: “Wao, ¿será una señal del cielo?”. Busqué los requisitos y me inscribí en el concurso con dos trabajos: "La violencia viste uniforme escolar" y "Atrapados en la red y los videojuegos". Ambos resultaron nominados. Entonces fue que me emocioné de verdad. Junto a mi amiga Kirsis Díaz, que también resultó nominada en el renglón periodismo digital con su trabajo “Niños de Tío Filín sueñan con un par de zapatos”, compartí la expectativa de los días previos a la entrega de premios.
Era la primera vez que participaba en un concurso periodístico de ese tipo, que incentiva un periodismo con visión social, dirigido a un segmento de la población tan importante.
Estaba muy emocionada. Aunque suene a cliché, me sentía ganadora con la nominación.


Quiero aprovechar para expresar el discurso que no pude pronunciar en la ceremonia:
Agradezco a Dios por bendecirme de forma tan especial. Dedico este premio a mi sobrino Zahir Moisés, que aún se forma en el vientre de mi hermana. Desde que supe de su existencia crece en mi una sensibilidad por los niños que no había experimentado antes. Y comparto este reconocimiento con mi amiga Kirsis, que es una ganadora. Con su trabajo "Niños de Tío Filín sueñan con tener un par de zapatos", Kirsis tocó los corazones de muchas personas que acudieron en ayuda de esa comunidad.
Muchas gracias a Visión Mundial, PlanRD y Unicef por incentivar este tipo de reportajes con el propósito de provocar reacciones en la sociedad a favor de la niñez.
También, al periódico El Caribe por permitirme expresarme en sus páginas.
Y muchas gracias a todos los amigos y amigas que celebran conmigo este episodio de mi vida.
Es mi primer concurso ganado, porque premios ya había obtenido cuando con mis historias he logrado aportar en las soluciones que se necesitan.
Un premio es un compromiso a seguir trabajando más y mejor. El objetivo no debe ser escribir para concursar y obtener reconocimientos por una labor que realmente es la obligación del periodista: informar, como me decía mi amigo Oscar.
La magia está en escribir porque duele la problemática y sentir el deseo sincero de ayudar. Así que asumo el compromiso de ser una voz en temas de niñez porque creo que en la medida en que le demos a los niños una vida con calidad, en esa misma magnitud tendremos adultos mejores.
Estoy muy contenta!

Foto: Malaquías Arias