sábado, 5 de febrero de 2011

Fuerza de voluntad

Podría quedarme aquí toda la tarde. Podría pasarme también toda la noche, hasta mañana, sin comer ni beber, abrazando mi tristeza. Siento que estas sábanas tibias me aprisionan. Eran divertidas cuando tu cuerpo se cobijaba debajo de ellas junto al mío. Pero ya no estás, de hecho, hace mucho tiempo que tu ausencia reina en esta habitación color salmón. ¿Por qué me sorprende? ¿Por qué recordarte ahora? No lo sé. Quizás sea que rememoro tu calor en estas sábanas tibias. A veces creo que te olvido y días como hoy recuerdo que sigues escondido en mi corazón.
Quiero tomar como excusa que el malestar de la gripe no deja que me ponga en pie. La verdad me duele todo el cuerpo.
No hay excusa que valga. La brillante luz meridiana invade la casa. Las sábanas son aburridas y, aunque no sé como aliviar el corazón, sé qué pastilla tomar para calmar el cuerpo.
Me levanto seducida por el sol. En la cocina se escucha el trinar de los pajaritos. Un pequeño sorbo de té es suficiente para que el acetaminofén se diluya en mí. 
 Pienso: “Hay mucho que hacer”, mientras como una sonámbula avanzo hasta el baño. El agua fría en mi cara termina de despertarme. ¡Manos a la obra! Voy a empezar por comprar una pintura azul.

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