miércoles, 8 de febrero de 2012

La explotación infantil se disfraza de trabajo doméstico


A Marianny la trajeron a la capital desde Guayabal, Azua, para que ayudara a una p+rima lejana con los quehaceres domésticos. A cambio, la niña de doce años, recibiría la seguridad de un techo, la alimentación, educación y vestimenta que le faltaba en su casa materna.
La chica vivía con su abuela, que decidió ceder a su nieta con la esperanza de que corriera una mejor suerte que en el campo. Nada ocurrió como la anciana se imaginó: “Lo que menos podía yo hacer era ir a la escuela”, narra Marianny, hoy de 20 años. “Me tocaba hacer todos los oficios de la casa y cuidar de los dos hijos de mi prima. No tenía días libres, y aunque me los dieran me quedaba en la casa porque no tenía a quien visitar ni podía irme al campo sola”, comenta.
Detrás de la acogida bondadosa que algunas familias ofrecen a niñas y niños, la mayoría menores de muy escasos recursos, se esconde una peligrosa forma de explotación infantil que, en algunos casos, “tutores” ejercen de manera inconsciente. Pues, en ciertas situaciones, la familia que alberga considera que da un buen trato a la niña o niño con suministrarle techo y comida, aunque descuide sus demás necesidades.
Que las niñas aprendan trabajo doméstico es correcto siempre y cuando esa actividad no interrumpa sus reales deberes. Foto: Edward Roustand

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en el país 48,700 niñas y niños realizan trabajo doméstico. Otras estadísticas se obtienen de la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar) publicada en diciembre pasado, que revela que 304,000 niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años trabajan, lo que equivale al 12% de los niños. La cifra posiciona a la República Dominicana con dos puntos por encima del promedio de la región.
De todos los menores contabilizados como ocupados en la producción económica, el 56% (212,000) realiza actividades peligrosas, entre esas se ubica el trabajo doméstico. Esa cifra equivale al 8% de todos los niños y niñas del país.
“El trabajo doméstico se considera peligroso e insalubre porque la niña se expone al uso de artefactos que podrían dañarla, como una plancha o una estufa por ejemplo, que le podrían producir quemaduras”, indica Cristhian Herrera, coordinadora técnica de la Unidad de Trabajo Infantil del Ministerio de trabajo.
Herrera agrega que la resolución 52-04 establece condiciones para permitir que un menor, de 14 años en adelante, trabaje. Pero, agrega, cuando se trata de un niño que duerme en su lugar de trabajo se violan esos requisitos.
En casa de su prima, Marianny duró tres años, después pasó a trabajar como doméstica a otra casa donde las condiciones eran peores. Hasta que hace dos años logró liberarse y cambiar el rumbo de su vida a mejor. Gran parte de las historia de niñas y niños (los varones son mucho menos) en trabajo doméstico no tiene un final feliz. Testimonios recogidos por la OIT revelan que muy pocas logran superarse y mejorar sus condiciones socioeconómicas y la mitad no termina la escuela primaria.
En San Cristóbal encontramos la historia de Doctora Alciniegas. Su madre tuvo 12 hijos. A los diez años la envió a la casa de un familiar para que le “ayudara con los quehaceres”. “Me levantaba a las seis de la mañana y me acostaba a las once la noche. Se me iba el día limpiando, lavando, planchando y atendiendo a los hijos de la señora. Apenas tenía chance de estudiar los sábados”, narra Doctora.
La presidenta de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, Victoria García, habla del sentimiento que invade a las niñas que son explotadas como domésticas, tomando como ejemplo su propia experiencia, ya que desde muy pequeña laboró en “casas de familia”: “Esa situación lleva a las adolescentes a casarse antes de tiempo, están expuestas al acoso sexual del empleador. Además, les afecta mucho emocionalmente porque esa es la edad de en uno estar con su familia, de jugar. Tú estás en una casa donde eres un mueble más, nadie está pendiente de ti, no te dan cariño, emocionalmente afecta mucho”, sostiene. Victoria, de 60 años, expresa que a las menores les invade un sentimiento de abandono en los casos en que sus parientes no las pueden visitar  porque no tienen los medios para trasladarse hasta ellas. Expresa que la situación de las niñas trabajadoras domésticas de hoy son similares a las de su tiempo, una muestra de lo poco que se ha avanzado para erradicar ese problema. “Puedo decir que aprendí cosas que no sabía, como preparar bizcochos. Pero no me sentía bien, estaba fuera de mi hábitat, sin mi familia, esa no era parte de mí, realmente. Estar en una casa con extraños donde no se recibe afecto es muy doloroso para un niño”, destaca Victoria.
Cuenta que muchas de esas muchachas son las denominadas “hijas de crianza” que no es más que una forma disimulada de esclavitud, dice. “No tienen días libres, no tienen horario de trabajo, tienen que vestirse con la ropa usada que le da su patrona, no tienen salario”, enumera García
Ministerio de Trabajo
Félix Hidalgo, vice ministro de Trabajo y coordinador de la Unidad de Trabajo Infantil, explica que se esfuerzan para erradicar esa actividad en los niños y niñas, y que en los casos en los que la faena se realiza como manda la ley, hacen hincapié en que los adolescentes gocen de los mismos derechos que tienen los adultos.
Apunta que se les dificulta identificar los casos porque los adultos no entienden que es trabajo infantil. “Muchas veces dicen: “yo lo que estoy es ayudando”, pero no dicen que es con el compromiso de que el menor les haga los oficios y encima reciben un trato discriminatorio frente a sus hijos. Si tú no le das el mismo trato de tus hijos, entonces tienes una trabajadora”, enfatiza.
Peores trabajos. Son aquellos que esclavizan al menor, los separan de su familia y les impide educarse

Consecuencias 


Estudiar y jugar: los deberes de los niños

La psicóloga Marina Orbe expone que no es sano para un niño apartarse de su hogar para cumplir oficios de adultos: “Salen de sus roles de niñas; se les priva de la libertad de estudiar, de jugar y de hacer cosas propias de su edad. Crecen con pocos proyectos de vida, porque lo que aprenden es a limpiar y lavar. Se les dificulta encontrar otro trabajo, tienen limitada su capacidad de progresar porque no se prepararon”.

Advertencia

El trabajo atenta contra la educación del menor


La edad mínima de admisión al trabajo es de 14 años, dispone el Código Laboral, pero más de la mitad de los trabajadores infantiles tiene menos de 13 años. De acuerdo al estudio Enhogar publicado en diciembre de 2011, esa tendencia debe ser objeto de atención puesto que de acuerdo a las normas de Educación, a esa edad los adolescentes deberían estar terminando la primaria, pero si trabajan, sus posibilidades de alcanzar esa meta son mínimas. “El hecho de que siete de cada diez niños tenga una relación de trabajo con su propia familia o familiar cercano confirma que el fenómeno del trabajo infantil se da en gran medida en el entorno familiar”, sostiene el informe.

Acción

Ministerio desarrolla un plan de sensibilización 


Las acciones del Ministerio de Trabajo consisten en sensibilizar a la población sobre el tema. Impulsan la Hoja de Ruta, una estrategia integral para erradicar el trabajo infantil a nivel mundial que implica abordar el problema desde distintas aristas, como la pobreza. “Esto se impulsa desde diferentes instituciones gubernamentales, la sociedad civil y gremios de trabajadores”, especifica el viceministro Félix Hidalgo. Elaboraron un plan estratégico nacional para erradicar las peores formas de trabajo infantil con miras al 2016. “La gente tolera mucho el trabajo doméstico infantil porque entienden que si le están proporcionando al niño techo y comida la cosa está bien”, dice.

Publicado en El Caribe