Un pantalón vaquero ajustado y la blusa de tirantes que no cubre bien los senos de Lorena disimulan sus 14 años y la hacen lucir mayor. En vez de útiles escolares, la chica carga un bulto con pañales. Ha cambiado el camino hacia la escuela por el que la conduce al Hospital Maternidad La Altagracia, en el Distrito Nacional, donde el número de madres de su edad se ha incrementado en los últimos dos años.
A diario acuden a ese hospital 15 menores en gestación para consultarse por primera vez en el Programa de Atención Integral para Adolescentes Embarazadas. Los registros que esa Maternidad guarda del año que recién finalizó reflejan un aumento de un 15% en el número de menores nuevas que acudieron a consulta de maternidad con relación a las cifras del 2010.
Los registros de este hospital son mayores que los que a nivel general presenta el Ministerio de Salud Pública. Del total de embarazos que se reportan en ese hospital, el que más partos realiza en el país, el 30% corresponde a adolescentes, un promedio que se mantiene desde hace años. Pero lo que más preocupa a la coordinadora del programa para madres adolescentes, doctora Esther Portes, es que muy pocas regresan a planificarse luego de alumbrar a su primer hijo. De 2,958 menores que se atendieron el año pasado, sólo 852 se acercaron al centro de salud para solicitar algún método de planificación, el 28%. Mientras que en 2010, de 2,569 menores consultadas, sólo 813 se planificaron.
“Ellas no responden como esperamos, a pesar de las orientaciones que se le da. Muchas se quedan en su casa, otras se olvidan y se embarazan rápido. No es por falta de orientación, es que sencillamente a ellas no les interesa”, opina Portes.
Indica que también puede influir la zona en la que se encuentra la Maternidad, ya que está en un sector de clase media que está alejado de los barrios más deprimidos de la ciudad, que es de donde proviene el grueso de las pacientes. “Este hospital les queda muy lejos, muchas no tienen el pasaje para venir o se les dificulta por otras razones”, afirma.
El informe “Embarazo en adolescentes, ¿Una realidad en transición?” señala que cuando las menores abandonan los estudios tienen menos posibilidades de insertarse en posiciones más competitivas y mejor remuneradas en el mercado laboral, en un futuro.
Lorena enfrentó una fuerte discusión con su padre, que reside en el extranjero, porque él le pedía que se separara de su pareja. “Mi papá tuvo un tiempo que me dejó de hablar, me amenazaba con agredir a mi esposo. Las cosas se arreglaron un tiempo pero después de que parí volvieron los pleitos”, dice la adolescente. Mientras que Marleni Pérez, de 15 años, sufrió la reacción violenta de su papá: “Él me quería matar. Me botó de la casa. Entonces tuve que mudarme con el papá de mi niña en la casa de mamá”, sostiene.
A Margarita Correa De León lo que le duele es que su hija Paola, de 15 años, haya dejado la escuela. “Fue un dolor muy fuerte. Llore muchísimo. Pero a uno no le queda de otra que seguir adelante. Yo le aconsejo que no deje los estudios pero no me ha valido”, comenta.
Riesgo
Una de cada cinco muertes maternas es una mujer que no ha llegado a los 20 años
“Cuando una niña se 12, 13 ó 14 años se embaraza no lo hace en un hospital, sino en la escuela, en el barrio o en el núcleo de su familia. El sistema de salud la atiende pero no es el responsable, por tanto hay que abordarlo desde otros puntos de vista”, destaca.
Criticó que se enfoque como un tema exclusivo de salud. “La mayoría sale embarazada de un adulto, entonces hay que ver qué está haciendo la justicia en ese caso, por ejemplo. Hasta que la sociedad no entienda que es un fenómeno multifactorial que tiene que ver con pobreza, no vamos a poder resolver ese problema nunca”, dice.
Salud Pública junto a un comité interinstitucional elaboró el año pasado un programa de prevención del embarazo en adolescentes que se desarrolla con perspectiva de género y enfocado en los derechos humanos.
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