lunes, 12 de enero de 2009
Rebajas que suben las ganas de comprar
Dos pantalones jeans. Un vestido negro y otro rojo, del mismo modelo (súper largos con tirantes, de esos que van holgados de la cintura para abajo y realzan el busto). Tres blusas para los bailoteos nocturnos de los sábados. Todo eso ocupaba mis manos y arropaba mi hombro en la primera tienda que visité de las tantas que me esperaban.
Es tiempo de rebajas. Para aprovecharlas al máximo, o sea, comprar al por ciento de descuento jamás imaginado -entiéndase hasta un 80, según los comerciantes- decidí ir a un Factory (outlet), donde se supone que de por sí ya es barato.
Al final no lo compré todo. De los jeans, ninguno traje conmigo porque desgraciadamente en nada favorecían las dimensiones de mi patio. Pagué sólo una blusa y los dos vestidos, que me quedaron tan bien y no pude decantarme por uno de los colores. Además, el precio era un regalo.
¿Dos vestidos en la misma moda?, se preguntarán algunos, pues al final siempre termino regalándole uno a mi hermana.
Cuando camino por las calles Sierpes y Tetuán en Sevilla y veo las tiendas abarrotadas de personas, se me hace difícil creer que en estos momentos España está en crisis.
La temporada de rebajas se adelantó al dos de enero, aunque las grandes firmas aplicaron descuentos a sus mercancías a partir del día siete. La solicitud la hizo la Confederación Empresarial de Comercio de Andalucía al Ayuntamiento tras manifestar que “las ventas estaban muy flojas”.
En menos de una semana de disparar el gatillo la Confederación anunciaba que más de un millón de personas habían asistido a las rebajas y que valoraban las ventas de esos cinco días en 120 millones de euros. Y todavía quedan semanas por agotar. Ya podrán imaginarse el tremendo movimiento comercial que generará este periodo.
“Podemos decir que se ha reactivado el comercio. Adelantar la fecha de rebajas ha sido una excelente idea”, declaraba para la prensa el presidente de la Confederación, Manuel García-Izquierdo.
Ir de tiendas en este periodo es toda una odisea. Los establecimientos llenos de gente que se empujan y se pelean por una pieza. La gente coge de todo como loca porque teme que el que está a su lado le va a “robar” justo la prenda que “necesita”.
El maratón del ‘corre corre a ver que pillo primero’ se torna mas intenso si vas acompañada: “Feliviaaaa, aquí hay una blusa que te puede servir ¡y cuesta cinco!”, me grita mi amiga por una lado. Yo, desde el otro extremo de la tienda: “Mana, tengo un pantalón de tu número que está casi regalao. Espérate que voy para allá”. Nos gritamos eufóricas entre la algarabía de la gente por la pesquisa de algún 'diseño único'.
A mí se me caen los brazos. No es que compre mucho pero entre lo que cargas las bolsas, ir de tienda en tienda, el deja y recoge de los paquetes para medirte las nuevas piezas, desbarata a cualquiera.
¡Y el calor! No resisto los probadores, allí dentro sufro un calor terrible. Detesto aquellos que aparte de estrechos apenas tienen un gancho para colgar las piezas y el bolso, los paquetes de la compra anterior y todo lo que lleves.
Algunos tienen un techo tan bajito que puedes sentir como el caliente del bombillo te quema la cara.
¿Y qué decir de los que sólo tiene un espejo? Huy, ¡es un abuso! No te permiten examinar en toda su amplitud cómo te queda el modelo que te mides.
Ves a tanta gente buscando lo mismo que esto me pone ansiosa. Cree una que la dejarán sin mercancía. Así pasan las horas, buscando y buscando con desesperación sin saber qué.
También, están las interminables filas en todos lados, para usar los probadores o pagar en caja. Hasta para comprarse un café en la cafetería del almacén.
Entre el mira aqui, mide allí y compra allá, se me pasaron unas cuatro horas en el Factory, casi desapercibidas. Sólo al llegar a casa me dí cuenta de todo el día de caminata que tuve porque sentía un dolor en todo el cuerpo.
Esto de rebajas es un arma de doble filo porque al final sale una comprando un montón de cosas que realmente no necesita pero que adquiere “para aprovechar la oferta”.
Tras mi visita al Factory voy al cajero automático. Cuando retiro el recibo que dice el saldo que me queda confirmo que efectivamente es tiempo de rebajas. Mi cuenta ha bajado un considerable por ciento.
Es tiempo de rebajas. Para aprovecharlas al máximo, o sea, comprar al por ciento de descuento jamás imaginado -entiéndase hasta un 80, según los comerciantes- decidí ir a un Factory (outlet), donde se supone que de por sí ya es barato.
Al final no lo compré todo. De los jeans, ninguno traje conmigo porque desgraciadamente en nada favorecían las dimensiones de mi patio. Pagué sólo una blusa y los dos vestidos, que me quedaron tan bien y no pude decantarme por uno de los colores. Además, el precio era un regalo.
¿Dos vestidos en la misma moda?, se preguntarán algunos, pues al final siempre termino regalándole uno a mi hermana.
Cuando camino por las calles Sierpes y Tetuán en Sevilla y veo las tiendas abarrotadas de personas, se me hace difícil creer que en estos momentos España está en crisis.
La temporada de rebajas se adelantó al dos de enero, aunque las grandes firmas aplicaron descuentos a sus mercancías a partir del día siete. La solicitud la hizo la Confederación Empresarial de Comercio de Andalucía al Ayuntamiento tras manifestar que “las ventas estaban muy flojas”.
En menos de una semana de disparar el gatillo la Confederación anunciaba que más de un millón de personas habían asistido a las rebajas y que valoraban las ventas de esos cinco días en 120 millones de euros. Y todavía quedan semanas por agotar. Ya podrán imaginarse el tremendo movimiento comercial que generará este periodo.
“Podemos decir que se ha reactivado el comercio. Adelantar la fecha de rebajas ha sido una excelente idea”, declaraba para la prensa el presidente de la Confederación, Manuel García-Izquierdo.
Ir de tiendas en este periodo es toda una odisea. Los establecimientos llenos de gente que se empujan y se pelean por una pieza. La gente coge de todo como loca porque teme que el que está a su lado le va a “robar” justo la prenda que “necesita”.
El maratón del ‘corre corre a ver que pillo primero’ se torna mas intenso si vas acompañada: “Feliviaaaa, aquí hay una blusa que te puede servir ¡y cuesta cinco!”, me grita mi amiga por una lado. Yo, desde el otro extremo de la tienda: “Mana, tengo un pantalón de tu número que está casi regalao. Espérate que voy para allá”. Nos gritamos eufóricas entre la algarabía de la gente por la pesquisa de algún 'diseño único'.
A mí se me caen los brazos. No es que compre mucho pero entre lo que cargas las bolsas, ir de tienda en tienda, el deja y recoge de los paquetes para medirte las nuevas piezas, desbarata a cualquiera.
¡Y el calor! No resisto los probadores, allí dentro sufro un calor terrible. Detesto aquellos que aparte de estrechos apenas tienen un gancho para colgar las piezas y el bolso, los paquetes de la compra anterior y todo lo que lleves.
Algunos tienen un techo tan bajito que puedes sentir como el caliente del bombillo te quema la cara.
¿Y qué decir de los que sólo tiene un espejo? Huy, ¡es un abuso! No te permiten examinar en toda su amplitud cómo te queda el modelo que te mides.
Ves a tanta gente buscando lo mismo que esto me pone ansiosa. Cree una que la dejarán sin mercancía. Así pasan las horas, buscando y buscando con desesperación sin saber qué.
También, están las interminables filas en todos lados, para usar los probadores o pagar en caja. Hasta para comprarse un café en la cafetería del almacén.
Entre el mira aqui, mide allí y compra allá, se me pasaron unas cuatro horas en el Factory, casi desapercibidas. Sólo al llegar a casa me dí cuenta de todo el día de caminata que tuve porque sentía un dolor en todo el cuerpo.
Esto de rebajas es un arma de doble filo porque al final sale una comprando un montón de cosas que realmente no necesita pero que adquiere “para aprovechar la oferta”.
Tras mi visita al Factory voy al cajero automático. Cuando retiro el recibo que dice el saldo que me queda confirmo que efectivamente es tiempo de rebajas. Mi cuenta ha bajado un considerable por ciento.
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8 comentarios:
Muy bueno tu relato sobre la ida de compras en rebajas. Es impresionante cómo, aún en medio de la actual crisis, siempre la gente va de compras. Aquí, por ejemplo, en época de Reyes, las tiendas de juguetes repletas, y sin embargo, en la prensa, los ciudadanos quejándose del costo de la vida. "Las rebajas" deben venir aquí a Santo Domingo, también. Saludos cordiales, Orlando Jorge Mera.
No encuentro un pantalón de mi talla, joé, pero si q m compré 2 vestiditos y un par de zapatos, luego me daré otra vueltecita
Estoy de acuerdo contigo: que lleguen las Rebajas a Santo Domingo!! Saludos cordiales. Te dejo un abrazote ;)
Sigue perseverando Mary, todavía quedan rebajas qué aprovechar jajajá!
Hola mi amor, cuentame que te dejaron los reyes, por que a mi me dejaron mi Home Teather, digo me lo deje yo mismo.
Un Beso.!
uyy Felivia! Cómo olvidar esos días de rebajas tan especiales! Creo que lo que gasté en compras me hubiera alcanzado para el viaje que tanto desee hacer a Marruecos! Aun sigo poniéndome un pantalón de pitillo que compré a 10 euros y un lindo vestido de H&M a 8 euros!
uyy Felivia! Cómo olvidar esos días de rebajas tan especiales! Creo que lo que gasté en compras me hubiera alcanzado para el viaje que tanto desee hacer a Marruecos! Aun sigo poniéndome un pantalón de pitillo que compré a 10 euros y un lindo vestido de H&M a 8 euros!
Ay Gaby! Pues te cuento que yo también todavía conservo un par de piezas adquiridas en esas rebajas. Tengo un vestidito que compré en Berska que está entre mis favoritos.
Aqui en RD no tenemos esas tiendas y mucho menos ese tipo de descuentos.
Qué tiempos aquellos!!! Jajaja
Cariños para ti :)
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