martes, 23 de diciembre de 2008
"Igualita a su papá"
Cuando la gente me dice que me parezco a mi papá, me pongo contenta y orgullosa, como un pavo real que pasea mostrando sus coloridas plumas a los demás, porque siento un honor que me comparen con un ser tan maravilloso como él.
En algunas ocasiones me considero desmerecedora de ese crédito, pues opino que aunque físicamente nos parecemos, en cuanto al carácter somos completamente diferentes. En comparación conmigo mi padre es más calmado, analítico y tolerante.
Eso sí, debo reconocer que, obviando algunas de mis excéntricas particularidades, al igual que a él me encanta dormir sin límites y necesito bastante tiempo para arreglarme antes salir de la casa.
Gracias a él sé tararear la canción más corta que he conocido: “Stranges in the night, Stranges in the night”. Y por él no puedo pasar por un río o el mar sin recordar que “la playa estaba desierta y el mar bañaba sus pies, cantando con mi guitarra…”
Para mí, él es una gran escuela donde gratuitamente aprendo cosas maravillosas. Por ejemplo, si a mi pasión por el periodismo hubiera que buscarle un culpable creo que, quizás, mi progenitor tendría parte de la responsabilidad.
Desde pequeñita le conozco la rutina de llegar después de las seis de la tarde a la casa, luego de una apretada agenda de trabajo, con el periódico del día en las manos.
Recuerdo que con mucha agilidad se dirigía a la cocina para dejarlo encima de la mesa; como si ella, ansiosa por recibirlo, se lo hubiese encargado. Yo, casi siempre, iba detrás de él esperando el momento, tan deseado por mí, en que abandonara esa mezcla de letras en tinta negra plasmadas en papel.
Muy curiosa me apresuraba a sacarlo del plástico que lo envolvía para leer todas sus páginas. Desde la noticia más importante hasta el anuncio más insignificante, tratando de develar el misterio que yo asumía portaba el periódico que con tanto afán y puntualidad traía mi papá.
Cuando terminaba mi pesquisa volvía al lado de aquel hombre que desde siempre me inspira tanta confianza y al que le prodigo un respeto merecido.
Le tomé tanto cariño al periódico, que el día que mi papito no lo traía me alborotaba de tal manera que él se apresuraba a complacerme, como en tantas otras circunstancias, regalándome una paciente mirada extraída de su carácter sosegado y apacible.
Y con una serenidad única y envidiable, que me hipnotizaba, me prometía que al día siguiente no faltaría. Por esa actitud es que lo admiro y lo quiero tanto, porque tiene el poder de darme la seguridad que necesito cuando más desconcertada me siento.
Por eso no desaprovecho la oportunidad de agradecerle todo lo que ha hecho por mí, porque sabe lo que necesito y me lo da sin yo pedírselo. Gracias por apoyar mis proyectos, responder a mis preguntas, reír conmigo en los momentos felices y consolarme cuando estoy triste.
Te quiero mucho papito!!
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2 comentarios:
Muy tierno... es hermoso que puedas expresarte de esa forma.
Tu papá debe estar más que orgulloso de tí.
Yo lo estoy.
Un beso, brisa...
Me ha encantado tu blog sobre tu padre. Ojala puedas imprimirlo y enviarselo, por si acaso, el no lo ha podido leer. Tambien, no creas... me he reido, sobre todo cuando describes las diferencias entre el y tu. En este dia de navidad, tus referencias sobre tu padre y el amor a la familia son un magnifico regalo de navidad. Orlando Jorge Mera.
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