domingo, 1 de noviembre de 2009
Sueños universitarios
Wisna Josué es tímida al hablar. Sólo para contestar qué hará cuando termine sus estudios de Medicina en Santo Domingo levanta la mirada. “Lógicamente, quiero regresar a mi país. Haití me necesita”, dice. Y se le iluminan los ojos.
Hace nueve cuatrimestres que esta joven de 25 años se inscribió en la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa) para ser médico. Es la carrera más demandada por los más de tres mil estudiantes haitianos matriculados en República Dominicana.
La razón es que en la Escuela de Medicina de Haití la oportunidad de inscribirse se da una vez al año, con cupo limitado, explica Estephat Saint Phard, de 31 años, colega de Wisna.
En Utesa sobresalen los grupos de jóvenes concentrados en sus libros, intercambiando ideas en francés o creole. Similar escenario se observa en las facultades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, aunque en equipos de menor cantidad. Tienen su propia “embajada” y una asociación que coordina actividades sociales y partidos de fútbol.
Después de Utesa, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) es la segunda en la preferencia. Acoge a la mayoría de alumnos haitianos en el campus de Santiago, donde también existe una entidad que los congrega.
Basta entablar una breve conversación con alguno de ellos para descubrir su timidez y la simpatía que escapa en sus sonrisas. También se percibe su recelo cuando se les acerca un desconocido.
“El haitiano es una persona que no se da a conocer, que habla poco. Prefiere estar con su gente y comparte poco con el otro. La relación con el dominicano tiene que ver también con la historia”, afirma Yvely Antoine, estudiante de la PUCMM, de 24 años.
Esa dejadez para ligarse con los dominicanos lo confirma un estudio del psicólogo Heandel Beabrun, graduado de la PUCMM, que revela que el 67 por ciento de los haitianos no participa en grupos de dominicanos.
La migración de estudiantes, la mayoría hijos de padres adinerados y de clase media, es la expresión distinta a la que se acostumbra ver en la cotidianidad. Sus propósitos en nada se asemejan a los de quienes vienen a trabajar en labores agrícolas o en el negocio informal. Muy pocos demuestran interés en permanecer en este país al concluir sus estudios. El interés que prima es seguir formándose en el extranjero para alguna vez regresar a Haití.
También sufren discriminación
Fuera del campus universitario, la discriminación acecha a los estudiantes haitianos con más intensidad. La queja apunta en primer lugar a la Policía, cuyos agentes los detienen sin razón aparente y los apresa a pesar de que los jóvenes les presentan su carnet de estudiante y su pasaporte visado legalmente.
“La universidad no es tan difícil, lo que nos da mucho estrés es la calle, porque no se sabe lo que va a pasar cuando alguien se te acerca. Yo fui víctima de la Policía, me llevaron preso y por más que insistí en mostrar mis documentos, me ignoraron. Nos detuvieron y no supimos por qué”, cuenta Emmanuel Laloi, de 24 años.
Hay quienes perciben el rechazo de una parte de la población cuando conocen su nacionalidad y lo atribuyen al desconocimiento que tienen muchos dominicanos sobre la historia y la realidad de Haití.
“Hay dominicanos muy buenos y educados. Pero también encontramos unos muy brutos. En la universidad hay profesores mala fe que reprueban las materias a los haitianos. Nosotros somos gente culta. La formación intelectual que tenemos nos da fuerzas para aguantar esas dificultades”, argumenta Estephat Saint Phard.
Padres y familiares asumen costo
La mayoría de los bachilleres que vienen de Haití son hombres con edades entre 20 y 35 años y escogen este país por la cercanía geográfica.
Una investigación que realizó el director de Planificación de la Universidad Apec, Francisco D´Oleo, reveló que los estudios de una gran parte son financiados por sus padres (75.7%;) seguido de otros familiares que viven en el extranjero (27.5%). Además, el 6.8% se lo costea personalmente, y becados se registró el 1.8%.
Propósitos de los estudiantes y experiencia de un profesor
Enmanuel Laloi
Estudiante de Medicina
"Nuestras familias están trabajando duro para mantenernos. Dependiendo de las ofertas, pienso regresar a mi país. Aquí el problema es que mucha gente no respeta a los haitianos, no se refiere a que seamos negros”.
Richard Chérubin
Estudiante de Medicina
“Estudiaba en Haití, pero la inestabilidad política me hizo emigrar. La convivencia entre profesores y compañeros es muy buena. Me siento bien. Viajo a Haití cada vez que tengo vacaciones, tres o cuatro veces al año”.
Stacy Pierre
Estudiante Informática
"La situación política y socioeconómica de Haití me motivó a venir a estudiar en Santo Domingo. Cuando termine la carrera pienso ir a otro país, sea europeo o americano, para seguir especializándome en mi área”.
José Then
Profesor de Química
"Tengo una clase de 50 alumnos donde el 90 por ciento es haitiano. Son muy aplicados y disciplinados. El idioma no es una barrera para entendernos. Del rendimiento académico te puedo decir que la mayoría es excelente”.
Publicado en El Caribe
Hace nueve cuatrimestres que esta joven de 25 años se inscribió en la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa) para ser médico. Es la carrera más demandada por los más de tres mil estudiantes haitianos matriculados en República Dominicana.
La razón es que en la Escuela de Medicina de Haití la oportunidad de inscribirse se da una vez al año, con cupo limitado, explica Estephat Saint Phard, de 31 años, colega de Wisna.
En Utesa sobresalen los grupos de jóvenes concentrados en sus libros, intercambiando ideas en francés o creole. Similar escenario se observa en las facultades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, aunque en equipos de menor cantidad. Tienen su propia “embajada” y una asociación que coordina actividades sociales y partidos de fútbol.
Después de Utesa, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) es la segunda en la preferencia. Acoge a la mayoría de alumnos haitianos en el campus de Santiago, donde también existe una entidad que los congrega.
Basta entablar una breve conversación con alguno de ellos para descubrir su timidez y la simpatía que escapa en sus sonrisas. También se percibe su recelo cuando se les acerca un desconocido.
“El haitiano es una persona que no se da a conocer, que habla poco. Prefiere estar con su gente y comparte poco con el otro. La relación con el dominicano tiene que ver también con la historia”, afirma Yvely Antoine, estudiante de la PUCMM, de 24 años.
Esa dejadez para ligarse con los dominicanos lo confirma un estudio del psicólogo Heandel Beabrun, graduado de la PUCMM, que revela que el 67 por ciento de los haitianos no participa en grupos de dominicanos.
La migración de estudiantes, la mayoría hijos de padres adinerados y de clase media, es la expresión distinta a la que se acostumbra ver en la cotidianidad. Sus propósitos en nada se asemejan a los de quienes vienen a trabajar en labores agrícolas o en el negocio informal. Muy pocos demuestran interés en permanecer en este país al concluir sus estudios. El interés que prima es seguir formándose en el extranjero para alguna vez regresar a Haití.
También sufren discriminación
Fuera del campus universitario, la discriminación acecha a los estudiantes haitianos con más intensidad. La queja apunta en primer lugar a la Policía, cuyos agentes los detienen sin razón aparente y los apresa a pesar de que los jóvenes les presentan su carnet de estudiante y su pasaporte visado legalmente.
“La universidad no es tan difícil, lo que nos da mucho estrés es la calle, porque no se sabe lo que va a pasar cuando alguien se te acerca. Yo fui víctima de la Policía, me llevaron preso y por más que insistí en mostrar mis documentos, me ignoraron. Nos detuvieron y no supimos por qué”, cuenta Emmanuel Laloi, de 24 años.
Hay quienes perciben el rechazo de una parte de la población cuando conocen su nacionalidad y lo atribuyen al desconocimiento que tienen muchos dominicanos sobre la historia y la realidad de Haití.
“Hay dominicanos muy buenos y educados. Pero también encontramos unos muy brutos. En la universidad hay profesores mala fe que reprueban las materias a los haitianos. Nosotros somos gente culta. La formación intelectual que tenemos nos da fuerzas para aguantar esas dificultades”, argumenta Estephat Saint Phard.
Padres y familiares asumen costo
La mayoría de los bachilleres que vienen de Haití son hombres con edades entre 20 y 35 años y escogen este país por la cercanía geográfica.
Una investigación que realizó el director de Planificación de la Universidad Apec, Francisco D´Oleo, reveló que los estudios de una gran parte son financiados por sus padres (75.7%;) seguido de otros familiares que viven en el extranjero (27.5%). Además, el 6.8% se lo costea personalmente, y becados se registró el 1.8%.
Propósitos de los estudiantes y experiencia de un profesor
Enmanuel Laloi
Estudiante de Medicina
"Nuestras familias están trabajando duro para mantenernos. Dependiendo de las ofertas, pienso regresar a mi país. Aquí el problema es que mucha gente no respeta a los haitianos, no se refiere a que seamos negros”.
Richard Chérubin
Estudiante de Medicina
“Estudiaba en Haití, pero la inestabilidad política me hizo emigrar. La convivencia entre profesores y compañeros es muy buena. Me siento bien. Viajo a Haití cada vez que tengo vacaciones, tres o cuatro veces al año”.
Stacy Pierre
Estudiante Informática
"La situación política y socioeconómica de Haití me motivó a venir a estudiar en Santo Domingo. Cuando termine la carrera pienso ir a otro país, sea europeo o americano, para seguir especializándome en mi área”.
José Then
Profesor de Química
"Tengo una clase de 50 alumnos donde el 90 por ciento es haitiano. Son muy aplicados y disciplinados. El idioma no es una barrera para entendernos. Del rendimiento académico te puedo decir que la mayoría es excelente”.
Publicado en El Caribe
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Y así nos quejamos cuando nos discriminan en tierras extranjeras
Publicar un comentario