martes, 31 de agosto de 2010

Amores que rompen la etiqueta de “prohibido”

Ya lo dice la biblia: el hombre nace con el pecado original. Seguro que de ahí viene esa atracción que siente hacia lo prohibido, romper reglas, su empeño por ir detrás de lo que parece imposible, inalcanzable. Al ser humano pronto le aburre lo fácil y llama su atención lo que representa un reto.

Eso lo vemos hasta en cuestiones de amor. Parejas que no pueden evitar amarse aunque detrás de la puerta que los esconden otra persona los espera.

Del amor secreto, del amor prohibido, se ha escrito de todo. Se califican como los más intensos, apasionantes y difíciles. Por mucho que se trate de negar, nada queda oculto en la tierra. Tarde o temprano todo se sabe y sin importar desavenencias siempre triunfa el amor verdadero.
Impresiona la fuerza que tiene para transformar vidas. Es un amor paciente capaz de esperar, tolerar, perdonar, escuchar, callar, comprender, sanar, sufrir, amar.
Se mantiene sobresaltado, en la incertidumbre plena de no saber hacia donde va y de si tanto misterio vale la pena. Te mueve entre la alegría y la melancolía.

El amor secreto no piensa en futuros, se concentra en disfrutar el presente. Cada encuentro se vive a tope porque se desconoce cuándo será la próxima cita. En cada reunión se entrega todo para satisfacer las ansias viejas y guardar un poco para después, porque la espera puede ser larga y angustiante.
Cuando se divisan, corren a alcanzarse y se besan desesperadamente, de a mucho, de todas formas, como una manera de expresar qué tanto se extrañó y se deseó ese momento.

Una siempre se pone del lado de la “engañada”, que se dibuja como la víctima de ese amor intempestivo. Pero la verdad es que defender un amor prohibido es solo para valientes. Implica compromiso, sinceridad y lealtad, un sacrificio de dos. No me refiero a la odiosa infidelidad que se quiere disculpar diciendo que fue en nombre del amor.

Me pregunto ¿por qué si dos personas se aman no pueden estar juntos y ya? Al final tratando de cuidar a un tercero se le hace más daño.
No todos tienen la dicha de terminar felices por culpa de estúpidos prejuicios que impone la sociedad.


Encontramos historias desde la realeza hasta la simple plebe. Empecemos con el príncipe Carlos, de Inglaterra, y su amada Camila. No valió corona ni legendarias imposiciones. Ella tenía su esposo y él debió casarse con otra para respetar las normas de su tradición. Nada pudo frenar la pasión de Carlos por Camila. Y muchos años después, cargando con las críticas, ha sabido sobrevivir.

El mundo del espectáculo es rico en este tipo de parejas, fíjense en Angelina Jolie y Brad Pitt. Un dúo más cercano lo componen Jennifer López y Marc Anthony. Algunos la señalan a ella como la que le quitó el marido a Dayanara. Creo que nadie le quita el marido a nadie, ellos se van solitos.

La literatura se desborda en presentar esas historias, por un ejemplo recordemos a Romeo y Julieta que prefirieron morir juntos antes de renunciar a su amor.
Laura Esquivel hace una descripción magnífica en “Como agua para Chocolate”. Aunque a la protagonista la obligaron a ceder a su hombre a su hermana, el amor se impuso. El final fue trágico pero terminaron juntos y entregados uno al otro.

La iglesia también tiene sus protagonistas. Ahí tenemos al padre Alberto Cutie. Ni la sotana ni su promesa de celibato pudieron encadenar su sentimiento que ahora se exhibe libre.

De tantos amores me quedo con el del poeta chileno Pablo Neruda y la cantante Matilde Urrutía. 24 años de amor de los que seis estuvieron ocultos. Matilde inspiró los más bellos poemas que escribió el poeta. Ahora leo el libro “Cartas de Amor”, una recopilación de las misivas que el “Capitán” envió a su “Patoja” desde dondequiera que estaba. Me estremece su manera de amarse, de desafiar espacios y tiempo. Él siempre la tenía presente, cualquier pedazo de papel era útil para escribir sus sentimientos. Desde un hotel, en el asiento de un tren, en pleno vuelo hacia Europa. Matilde siempre acompañó a Neruda, si no con su presencia, en su pensamiento. Siempre estaba para él y él siempre buscaba la forma de estar con ella.

“El amor un día se detiene ante tus ojos y te detiene el corazón”.

2 comentarios:

Yaeli dijo...

Amiga pero lo que has escrito es una realidad, lo leo y me parece leer una victima del amor prohibido espero que no estes pasando por esa, porque no hay peor cosa que estar enamorandose de la persona equivocada o mas bien de la persona que no nos puede corresponder como uno quisiera y que en muchas ocasiones tenemos que dejar libres.

Felivia dijo...

Mi querida Yae, espero que estés bien. Gracias por la visita.
Coincido contigo, lo peor es enamorarse de quien no te puede corresponder como quisieras.
Me inspiró este escrito el libro que estoy leyendo, Cartas de amor, de Pablo Neruda.
Creo que todos hemos tenido un amor prohibido o un amor secreto, de esos que no se confiesan. De chiquitas nos enamoramos de algún profesor o de un cantante de moda.
El amor es impredecible.

Un abrazo grandote.