viernes, 27 de enero de 2012

Menores embriagados, potenciales adictos


Salvador Bautista empezó a tomar alcohol a los 12 años, a escondidas de su mamá. “Me juntaba con amigos que eran más grandes que yo, que bebían mucho, y así empecé a darme mis tragos”, dice Salvador, hoy con 20 años cumplidos y la costumbre de embriagarse con frecuencia.
Su historia se repite en gran parte de la población que consume alcohol en el país. Un estudio que presentaron en junio pasado el Consejo Nacional de Drogas (CND) y la Asociación Probienestar de la Familia (Profamilia) revela que el 75% de los que toman alcohol inició cuando era adolescente. De ese porcentaje, el 8.6% tenía menos de 13 años.
En tanto, el Ministerio de Salud Pública realizó un estudio el año pasado que arrojó que el 42% de la población consume alcohol en diferentes proporciones y el 58% son personas abstemias.
La población que experimenta la embriaguez en la niñez o la adolescencia va en aumento, según reflejan registros del Comité de Operaciones de Emergencia, de la Procuraduría General de la República y de centros de rehabilitación de adictos. No existen registros oficiales, pero la procuradora adjunta del departamento de Niñas, Niños y Adolescentes, Celeste Reyes, sustenta esa afirmación con el incremento de padres que han sancionado tras recibir la denuncia de que sus hijos se intoxicaron por la ingesta de licores. Afirma que en Navidad, Semana Santa y días de asueto es cuando más casos se reportan. En las recientes fiestas de Año Nuevo, Reyes conoció en San Cristóbal a un niño de siete años que se intoxicó por unos tragos de ron que le dio su tío, de 35 años. “El padre del pequeño había muerto y su tío, amargado por la muerte de su hermano, se puso a tomar hasta emborracharse. En un momento se hizo acompañar del niño porque le recordaba a su hermano”, narra la fiscal.
Ese adulto, al que se le dictó prisión preventiva, enfrentará una sanción de dos a cinco años de prisión y una multa que va de 500 a mil pesos, mientras el menor se encuentra en estado grave en un hospital. De acuerdo a Reyes, la Procuraduría no tipifica en sus registros ese tipo de casos. “No tenemos las cifras específicas, pero te puedo decir desde mi experiencia que cada vez son más los casos que nos llegan de menores ligados alcohol y eso es preocupante”, dijo.
Foto: Edward Roustand
La edad promedio en que la población dominicana tiene su primer contacto con el alcohol, según el estudio de Salud Pública, es la de 13 años, similar a la mediana de edad que se reporta el inicio de las relaciones sexuales en la República Dominicana.
Si observamos los informes del Centro de Operaciones de Emergencias en los feriados encontramos que en los últimos años más pequeños han sufrido los estragos de una borrachera. El informe de las pasadas navidades recoge que 24 menores, de hasta un año de edad, se intoxicaron por la ingesta de alcohol. El número representa un aumento del 50% con relación al año pasado, cuando 16 menores se enfermaron por esa causa.
Los jóvenes que consumen alcohol pueden desarrollar problemas de adicción en etapas posteriores de sus vidas. Salvador, por ejemplo, indica que ‘bebe’ “cada vez que tiene cuartos”. Trabaja como despachador en una ferretería donde devenga un salario de 4,000 pesos mensuales, de los que sabe gastar mil pesos en una noche de parranda. “A veces me invitan los muchachos, compran un galón (de ron) y nos lo vamos a beber tranquilos, en coro”, dice Salvador, que proviene de estratos humildes y no terminó la escuela primaria.
Carlos Manuel, de 15 años, también empezó a tomar a los 12 años, pero inducido porque veía esa conducta en su padre. Toma los fines de semanas o en fiestas, lo que para él no es un problema ni significa adicción. “Es algo que puedo manejar”, agrega. Precisamente esa falsa seguridad de que tienen la situación bajo control puede conducir a la adicción.
Echemos un vistazo a las estadísticas del centro de rehabilitación de adictos Hogar Crea Dominicano: en los últimos dos años 145 menores, de ocho años en adelante, han entrado al programa, de los cuales solo 18 culminaron el proceso, equivalente a 12.41%.
En la actualidad, de los 68 menores que reciben tratamiento, ocho chicos y cinco chicas tienen adicción al alcohol. “Pero el total general manifiesta haber tenido contacto con el alcohol aunque no sea su sustancia de preferencia, ya que a esta edad el consumo de alcohol no les representa un problema porque se trata de una droga legal”, explica el director de Tratamiento, Armando Espinal, que etiqueta a la dependencia de alcohol como la puerta de entrada a otras adicciones.
“Los jóvenes adictos al alcohol o cualquier otra sustancia es más vulnerable al VIH/Sida por el contacto con personas adultas que en muchos de los casos son quienes les proveen las sustancias para manipularlos”, añadió.

Existe una ley que poco se cumple

El cartel que reza “Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores, Ley 136-03” que se cuelga en centros de expendio de licores por orden de la Procuraduría, para muchos no deja de ser un simple letrero que todos ignoran, pues en muchos de esos negocios se vende el ron sin restricción.
“La mayoría de los centros que violan la ley son los colmadones, las dueños de discotecas respetan más”, añade la magistrada Celeste Reyes.
Reyes explica que en los negocios en los que se detectan la violación de esa ley, la fiscalía lo cierra por un periodo de 15 a 60 días, dependiendo de si es la primera vez o si es reincidente. Ese cierre provisional se toma hasta que un juez determina la sanción, que consiste en el cierre definitivo del centro comercial y prisión para su propietario.

Salud Pública tiene un plan de acción

El departamento de Alcohol y Drogas de Salud Pública inició la semana pasada la capacitación de médicos y enfermeras del primer nivel de atención para que sepan cómo manejar los casos de adicción que llegan a los hospitales. El programa de formación, que se desarrolla junto al Centro de Orientaciòn e Investigaciòn Integral y la Fundaciòn Volver se extenderá a dirigentes comunitarios y maestros.
Elías Tejeda, encargado del departamento, apunta que en el hospital Francisco Moscoso Puello funcionará la primera unidad de rehabilitación para adictos al alcohol, del sector público.
“Quien empieza temprano en el acohol es un potencial enfermo y sería una carga porque no es un ente productivo. Es una carga familiar y para el sistema de salud”, indica Tejeda, que responsabiliza a los padres de la actitud de sus hijos menores. Salud Pública realizará una encuesta este año para determinar la población alcohólica.

Marina Orbe
PSICÓLOGA

“Las estadísticas de diciembre se elevan por la permisividad de los padres, muchas familias que no acostumbran a tomar alcohol en esa fecha lo hacen y dan permiso a sus hijos. Como consecuencia los menores le van tomando el gustito y luego ingieren alcohol por su cuenta”.

Celeste Reyes
PROCURADORA ADJUNTA

“Cada día aumenta más la cantidad de menores que encontramos en discotecas y bares. A nosotros nos preocupa mucho porque son muchas las consecuencias que eso trae desde deserción escolar, agresiones violentas y hasta intoxicaciones que pueden llevar al adolescente a la muerte”.

Armando Espinal
HOGAR CREA


Más del 90% de quienes vienen a Hogar Crea a rehabilitarse ha tenido que ver con el alcohol, no importa la sustancia a la que es adicta”

Elías Tejeda
SALUD PÚBLICA

La mayoría de los menores inicia el consumo en su hogar inducidos por sus padres, porque entienden que eso los convertirá en adultos”

miércoles, 18 de enero de 2012

Paternidad en la adolescencia afecta a toda la familia

JUVENTUD.  Deserción escolar y desorientación emocional son de las consecuencias que trae la paternidad en la adolescencia. Los padres también sufren la situación de su hijo.
Víctor Adrián (nombre ficticio) tenía 15 años cuando vio nacer a su primera hija. No “amaba  tanto” a la madre de la pequeña, según dice, una adolescente de 14 años, por eso nunca convivió con ella como pareja, a pesar de que sus padres lo obligaron a mudarse con la muchacha para “limpiar su honor”.

La psicóloga escolar Isidora Pérez. que asistió a los jóvenes y sus padres durante el proceso de embarazo hace dos años, recuerda que Víctor Adrián se mostraba ansioso y contrariado por la responsabilidad que tendría que asumir. “El adolescente se asusta, no está preparado para hacerse cargo de tareas propias de adulto y eso lo inquieta”, sostiene la psicóloga, que exhorta a los padres a no abandonar a sus hijos que están en esa situación, sino que deben apoyarlos para que salgan adelante.

De su experiencia de 10 años trabajando con adolescentes, Pérez destaca que son poco frecuente los casos de varones padres y que la mayoría de las chicas que se embarazan entre los 12 y 19 años tienen una pareja adulta.

Aunque las campañas de prevención del embarazo en adolescentes y de seguimiento cuando el bebé ya es concebido se centran con ímpetu en las chicas, la vida también cambia drásticamente para los chicos que les toca ser padres.

Un estudio realizado en el Centro de Medicina Reproductiva del Adolescente, en Chile, refleja que los varones adolescentes progenitores son afectados por la paternidad aún cuando evadan la responsabilidad, por los mismos conflictos y desorientación emocional que sufren las adolescentes. Habitualmente no se casan con la compañera, concluye en informe, pero cerca de la mitad de ellos contribuyen económicamente para los gastos del bebé, aunque con el tiempo ese aporte tiende a desaparecer.

Víctor Adrián coopera con la manutención de su hija. Dejó de estudiar cuando terminó el octavo grado en la Escuela Básica República Dominicana y se puso a trabajar como despachador en un almacén para poder sostener a su nueva familia. En el olvido dejó sus deseos de ir a la universidad.
Kelvin Santos junto a su hija.
Mientras, Kelvin Santos, de 17 años, cuenta que debido a la paternidad tuvo que continuar sus estudios en horario nocturno: “Ahora trabajo todo el día para ganarme mi par de 100 pesos y comprarle la leche a mi niña que tiene un año”.
Pérez, orientadora de la escuela básica República Dominicana, señala que muchos jóvenes no entienden que deben cambiar su estilo de vida y siguen de parranda y saliendo con los amigos como si nada ha pasado. “Las muchachas suelen concentrarse más en la crianza de su hijo y estar más pendientes, aunque  sus madres las ayudan”, dice.

Cambia la situación económica de los padres 

La paternidad adolescente produce cambios en la economía de los padres adultos porque les aumenta los gastos, ya que en la mayoría de los casos continúan manteniendo a la nueva familia, como es el caso de Kelvin Santos, que mudó a su esposa y su bebé para su casa paterna. En las familias de estrato medio el clima es más tenso y conflictivo que en las de estratos pobres, indica el estudio “Maternidad Paternidad en Adolescentes”, que en 2007 realizó el Consejo Nacional de Población y Familia. “Los padres tienen una actitud de recriminación permanente afectando el proceso de embarazo de las adolescentes e imponen la realización de bodas como acto social público para cubrir la falta”, dice el informe.
Cita que la principal causa del embarazo en adolescebres es el sostenimiento de relaciones sexuales “sin pensar” en que tenían que protegerse, por lo que no usaron anticonceptivos aún cuando conocían la existencia de ellos. Pérez recomienda a los padres que hablen claro del tema con sus hijos.

Publicado en El Caribe

martes, 17 de enero de 2012

Más adolescentes son madres, menos se planifican

Salud Pública registra que el 20% de los nacimientos en hospitales ocurren de madres entre 12 y 19 años
Fotos: Danny Polanco
La sala de espera para vacunación estaba silenciosa hasta que llegó Lorena Montero Jiménez. El llanto de su bebé de dos meses acaparó la atención de la media docena de madres adolescentes que, como ella, también esperaban turno para vacunar a sus crías. El Ministerio de Salud Pública reporta que de 200 mil nacimientos que se registraron en el sector público el año pasado, 40,000 correspondieron a madres con edades entre 12 y 19 años de edad, el 20% del total.

Un pantalón vaquero ajustado y la blusa de tirantes que no cubre bien los senos de Lorena disimulan sus 14 años y la hacen lucir mayor. En vez de útiles escolares, la chica carga un bulto con pañales. Ha cambiado el camino hacia la escuela por el que la conduce al Hospital Maternidad La Altagracia, en el Distrito Nacional, donde el número de madres de su edad se ha incrementado en los últimos dos años.

A diario acuden a ese hospital 15 menores en gestación para consultarse por primera vez en el Programa de Atención Integral para Adolescentes Embarazadas. Los registros que esa Maternidad guarda del año que recién finalizó reflejan un aumento de un 15% en el número de menores nuevas que acudieron a consulta de maternidad con relación a las cifras del 2010.

Los registros de este hospital son mayores que los que a nivel general presenta el Ministerio de Salud Pública. Del total de embarazos que se reportan en ese hospital, el que más partos realiza en el país, el 30% corresponde a adolescentes, un promedio que se mantiene desde hace años. Pero lo que más preocupa a la coordinadora del programa para madres adolescentes, doctora Esther Portes, es que muy pocas regresan a planificarse luego de alumbrar a su primer hijo. De 2,958 menores que se atendieron el año pasado, sólo 852 se acercaron al centro de salud para solicitar algún método de planificación, el 28%. Mientras que en 2010, de 2,569 menores consultadas, sólo 813 se planificaron.

“Ellas no responden como esperamos, a pesar de las orientaciones que se le da.  Muchas se quedan en su casa, otras se olvidan y se embarazan rápido. No es por falta de orientación, es que sencillamente a ellas no les interesa”, opina Portes.

Indica que también puede influir la zona en la que se encuentra la Maternidad, ya que está en un sector de clase media que está alejado de los barrios más deprimidos de la ciudad, que es de donde proviene el grueso de las pacientes. “Este hospital les queda muy lejos, muchas no tienen el pasaje para venir o se les dificulta por otras razones”, afirma.
Lorena Montero después de vacunar a su bebé.

Consecuencias 

Lorena dejó la escuela cuando cursaba el primer año de bachillerato. “Quiero seguir estudiando, lo que pasa es que ahora no puedo”, dice. La deserción escolar es uno de los impactos negativos más fuertes producto del embarazo en adolescentes, señala un estudio realizado por la Asociación Dominicana Pro Bienestar de la Familia y el Centro Nacional de Investigaciones en Salud Materna Infantil, en marzo de 2011.

El informe “Embarazo en adolescentes, ¿Una realidad en transición?” señala que cuando las menores abandonan los estudios tienen menos posibilidades de insertarse en posiciones más competitivas y mejor remuneradas en el mercado laboral, en un futuro. 
“Al depender económicamente de sus parejas masculinas u otros familiares para cubrir los gastos básicos de sus hijos, están más expuestas a situaciones de violencia de género y transmisión de VIH”, indica el estudio. También está el impacto emocional. Muchas niñas suelen romper la relación con sus padres después de que deciden hacer vida de adultos antes de tiempo.

Lorena enfrentó una fuerte discusión con su padre, que reside en el extranjero, porque él le pedía que se separara de su pareja. “Mi papá tuvo un tiempo que me dejó de hablar, me amenazaba con agredir a mi esposo. Las cosas se arreglaron un tiempo pero después de que parí volvieron los pleitos”, dice la adolescente. Mientras que Marleni Pérez, de 15 años, sufrió la reacción violenta de su papá: “Él me quería matar. Me botó de la casa. Entonces tuve que mudarme con el papá de mi niña en la casa de mamá”, sostiene.
Los padres también sufren

Hay padres a los que les embarga una mezcla de decepción, amargura y desilusión cuando se enteran que su hija adolescente espera un bebé. “La noticia me cayó como una ‘pedrá’. Me sentí fatal”, manifiesta Angiolina De La Rosa al referirse al caso de su hija María Sulenyi Coss, de 16 años.
“Yo quería que ella terminara sus estudios y que fuera una muchacha independiente antes de que tuviera hijos”, agrega Angiolina, que trabaja como doméstica. Expone que la llegada del bebé ha puesto en apuros a su familia en términos económicos, pues ella es la única que está trabajando actualmente. 

A Margarita Correa De León lo que le duele es que su hija Paola, de 15 años, haya dejado la escuela. “Fue un dolor muy fuerte. Llore muchísimo. Pero a uno no le queda de otra que seguir adelante. Yo le aconsejo que no deje los estudios pero no me ha valido”, comenta.

Riesgo
Una de cada cinco muertes maternas es una mujer que no ha llegado a los 20 años
Se trata de un problema multifactorial

El director general del Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública, José Deláncer Despradel, explica que el embarazo en adolescentes va más allá que un problema de salud y que incluye a los sectores que trabajan con la mujer, con la juventud, Justicia y Educación.

“Cuando una niña se 12, 13 ó 14 años se embaraza no lo hace en un hospital, sino en la escuela, en el barrio o en el núcleo de su familia. El sistema de salud la atiende pero no es el responsable, por tanto hay que abordarlo desde otros puntos de vista”, destaca. 

Criticó que se enfoque como un tema exclusivo de salud. “La mayoría sale embarazada de un adulto, entonces hay que ver qué está haciendo la justicia en ese caso, por ejemplo. Hasta que la sociedad no entienda que es un fenómeno multifactorial que tiene que ver con pobreza, no vamos a poder resolver ese problema nunca”, dice.  

Salud Pública junto a un comité interinstitucional elaboró el año pasado un programa de prevención del embarazo en adolescentes que se desarrolla con perspectiva de género y enfocado en los derechos humanos.

domingo, 15 de enero de 2012

Monjas preparan hostias en oración

Para las hermanas de clausura Carmelitas Descalzas tener la responsabilidad de elaborar las hostias es una bendición de Dios, por lo que lo hacen con alegría.
Fotos: Laritza Calvo

A las ocho de la mañana se encienden las planchas en las que se preparan las “formas” que luego se convertirán en hostias. El proceso empieza justo después de que las hermanas de clausura, Carmelitas Descalzas del Monasterio Santa Teresa de Jesús, asistieron a misa y terminaron sus primeras oraciones de la mañana.
Sor Ana Julia Suriel prefiere mezclar los ingredientes a las seis de la mañana, antes de ir a misa, cuando se trata de fechas como Navidad, Adviento o Cuaresma, porque la demanda se duplica.
Harina de trigo y agua bien fría bastan para formar la pasta con que se fabrican las “formas”, el nombre con que se denomina el pan eucarístico antes de ser consagrado. El sonido de las tres batidoras eléctricas, el zumbido de la plancha y de la cortadora rompen el silencio solemne del monasterio hasta las 12:30 del mediodía, cuando las tres hermanas que tienen a su cargo elaborar el pan han mezclado ya unas cien libras de harina y cortado unas 40 mil hostias.
Cada semana las hermanas despachan 200,000 unidades de hostias, de las que 180,000 son adquiridas por la arquidiócesis de Santo Domingo. El resto las procuran sacerdotes de otras diócesis del país y de Haití.
Monseñor Benito Ángeles Fernández, coordinador del Centro de Formación Integral Juventud y Familia, explica que cada una de las doce diócesis que componen la Iglesia Católica tiene una congregación de monjas que prepara las hostias. Apunta que cada diócesis demanda en promedio 125,000 unidades a la semana, lo que significa que aproximadamente comulgan un millón y medio de católicos en las 560 parroquias que hay en el país.
“Ahora en Navidad esto fue increíble, la cantidad de personas que fueron a la iglesia, que comulgaron, que se acercaron a Jesús. Yo lo sé, porque tuve que trabajar bárbaramente. La producción aumentó casi al doble”, dice sor Ana Julia.
Encima del hábito marrón se acomoda un delantal, para evitar cubrir de harina la sagrada vestimenta. Sin embargo, es inevitable que el polvillo blanco se asiente en el velo negro y hasta las cejas de las monjas.
La sala donde se preparan las hostias es espaciosa, de unos 7x4 metros. Tiene amplios ventanales que dejan pasar la luz del sol y la brisa de invierno, pero aún así hace calor y el sudor no cesa en las hermanas porque ellas no paran supervisando que las máquinas funcionen correctamente. Están pendientes de echar los ingredientes y graduar las máquinas para que la oblea salga con el grosor y la textura adecuados. Ninguna se sienta hasta que el proceso termina con la distribución manual de las hostias en paquetes de 1,000 unidades de tamaño pequeño, que tiene un costo de 200 pesos; y 50 de las grandes, que se venden a 100 pesos.
Las religiosas laboran con una alegría contagiosa y concentrándose por momentos en la oración. “Este es el trabajo más hermoso que tenemos. Durante la preparación yo pienso las personas que van a recibir el cuerpo de Cristo y cómo esto se convierte en pan de vida para tantas almas”, expresa sor Margarita Frías.
“Cada hostia se convierte en el cuerpo de Jesús y a cada una de nosotras nos conmueve este trabajo. Una se siente motivada a orar por la persona que lo va a recibir y porque no sea profanada”, agrega Ana Julia.
Ellas invierten en la compra de la harina. Debido a los apagones, la mayor parte del tiempo utilizan planta eléctrica, lo que se traduce en un gasto de unos 40 mil pesos mensuales en gasoil.
Las hostias llevan plasmadas diferentes imágenes de cruces y una que identifica al monte calvario donde Jesús murió. Es un pan sin levadura que no tiene sabor. Para comulgar en la eucaristía la persona debe estar en paz consigo misma y con los demás. Ese acto significa recibir el amor de cristo, lo que proporciona gozo a los católicos.
Hostia consagrada
Las monjas venden las hostias que preparan sin distinción de personas, porque no están consagradas. Esa condición sagrada la adquieren cuando en el altar el sacerdote pronuncia la oración consagratoria en la eucaristía. Los restos de hostias ellas se los dan a personas pobres que lo pidan, quienes suelen triturarlos y mezclarlos con leche para comer. También sirven de alimento para conejos, gallinas y cerdos.
Las hostias consagradas se reservan en el sagrario.

Monseñor Benito Ángeles, también párroco de la iglesia San Antonio de Padua en Gazcue, explica que la hostia se recibe en el altar como un simple pan y que su fuerza la adquiere cuando el sacerdote -que es “otro cristo” al celebrar la eucaristía- realiza una memoria como lo hizo Jesús el día de la última cena. El sacerdote realiza la consagración cuando pronuncia “Tomen y coman, este es mi cuerpo que será entregado por  ustedes”, en ese momento se produce lo que teológicamente se denomina transubstanciación. “Eso significa que una vez el poder del sacerdote actúa con el poder de la palabra, que le ha sido dada por su consagración sacerdotal, entonces el pan que era pan deja de ser pan y se convierte en el cuerpo de Cristo”, expone monseñor Ángeles.

Elementos 

Se humedecen antes del corte
Luego que la máquina bate y forma la oblea crocante, una hermana se encarga de retirar cada unidad y llevarla a un horno encendido a 40 grados, donde se humedecen. Pasadas tres horas se retiran del horno y se procede a cortarlas en una máquina especial.

La cernidora 
Otra máquina eléctrica, que tiene un movimiento vibrador, divide las que están en buenas condiciones de las que resultaron mal cortadas. Debajo hay un cajón que recoge las hostias. Luego una hermana pesa las hostias buenas para saber qué cantidad empacará.
Cáliz-Patena 
Las hostias consagradas se guardan en unos copones dentro del sagrario. A la hora de comulgar se presentan en una patena. Su forma redonda representa la universalidad de Cristo, lo infinito, un misterio que la humanidad no logra comprender, dice monseñor Benito.
Paños Purificados 
Los sacerdotes utilizan un pañuelo purificado para limpiar el cáliz y la patena para que no se pierda el más mínimo trozo de la hostia consagrada. Ese paño se usa una vez y luego se le delega a una persona para que lo lave y lo prepare para la próxima eucaristía.


Tras una vida de silencio y oración

La Orden del Carmen nace en el Monte Carmelo, al norte de Judá, hace ocho siglos. Llegó al país a principios de la década de 1950. Se ganan su sustento con la elaboración de hostias, la confección de vestiduras litúrgicas y otras actividades propias de la iglesia.
El espíritu de esta congregación es estar en intimidad con Dios. Oran ante todo, meditan día y noche la palabra de Dios por medio de la oración silenciosa y personal. Las hermanas están abiertas a recibir a quienes desean unirse a su misión de servir a Dios. El Monasterio Santa Teresa de Jesús se ubica en el Residencial Loyola, Santo Domingo Oeste; teléfono (809)530-2786.

Publicado en El Caribe