jueves, 11 de diciembre de 2008

La dolce vita in Italia


Mary Esther, María, Felivia, Rosa y Juan Miguel.

Cuatro días y tres ciudades por conocer. Italia era todo un reto para nosotros (María Teresa, Rosa, Mary Esther, Juan Miguel, Begoña y Yo). Este viaje fue toda una aventura.
Dormimos de todas formas: en hostales de lujo, en hostalitos pequeños, en estaciones de tren, en estaciones de autobuses y en el aeropuerto. Lo único que nos faltó fue probar la comodidad de los bancos de las plazas, pero había demasiado frío como para saciar esa curiosidad. Todo era válido con tal de aprovechar el tiempo al máximo y poder conocer todo lo que queríamos de Florencia, Venecia y Milán.
Llegamos en la mañana del viernes 5 a Bérgamo, de ahí partimos en autobús a tomar un tren en Milán hacia Florencia.
El domingo siete en la madrugada partimos en Tren hacia Venecia, unas tres horas y media de camino.
El lunes 8 se lo dedicamos a Milán.
El martes 9 otra vez a la realidad sevillana…



Detrás de nosotros, el Duomo (catedral)de Florencia.


Una vista de Florencia al atardecer desde la Plaza Miguel Ángel.

¿Quién dijo que la primera impresión es la que cuenta? Al menos en este caso, en la segunda oportunidad fue que todo resultó perfecto. Cuando llegué a Florencia y ví sus calles tristes, sus edificios como abandonados y el graffiti manchando cada esquina, se me bajaron los ánimos. Un sentimiento de desolación invadió mi espíritu.
Yo, que llevaba para ella tantas ilusiones, que quería hablarle de mis sueños, de esos en los que tantas noches había sido la protagonista, me sentía sin motivos para confiarle nada.
La primera impresión provocó que guardara el entusiasmo que quería regalarle, por un momento pensé que lo escondería para siempre.
Llegué hasta ella en la noche, quizás la oscuridad me ocultó su belleza, así que era preciso esperar al día. Fue entonces cuando la luz del sol descubrió para mí su esplendor.
Florencia es hermosa. Ya no me quedan dudas. Es una ciudad acogedora. Histórica.
Caminar por el Puente Vecchio, encima del río Arno; el imponente Duomo, disfrutar de la maravillosa vista de la ciudad desde la plaza Miguel Ángel; un paseo por la Piazza de la Signoría, son vivencias que guardaré en mi corazón como valioso tesoro.


En el hostal de Florencia, que por cierto, el señor es requeteamabilísimo (un abrazo para ti, Lorenzo), conocimos a dos chicas norteamericas (Alisha y Leika) súper simpáticas. Aquí estamos junto a ellas. (Rosa, Leika, María, Felivia, Begoña, Mary Esther y Alisha).




Que bien se siente cuando viajas con un grupo de amigos que comparten con una el mismo entusiasmo por la aventura. Después de Florencia la ruta marcaba Venecia. Otro destino que nos tenía a todos emocionados.
Por suerte, ya no estaba inundada como había pasado tan sólo unos días antes de nuestra visita, sin embargo, la bruma quiso formar parte del paseo en esta ciudad de puentes y canales, de góndolas y vaporettos.
En este viaje, contamos con la guía de Giovanni, un amigo italiano que nos presentó Juan Miguel. Giovanni, muy amable y paciente a que nos tomáramos las fotos que quisiéramos, nos enseñó cada detalle.
Me cuenta Giovanni (nacido y criado en Venecia) que la ciudad tiene más de 400 puentes. Además, que hace unas décadas atrás tenía unos 200 mil habitantes, pero que el complicado transporte y el auge del turismo, que le resta privacidad a los vecinos, ha provocado que la mayoría emigre, quedando la cifra en unas 70 mil.
Me impresionó bastante la majestuosidad de la Catedral y de la Plaza San Marco. Me encantaron sus calles estrechas, caminar de un lado a otro sus puentes y admirar los navíos que navegan el Canal Grande.
De este lugar recordaré tantas cosas, pero en especial el frío tan intenso que pasamos. ¡Huy, que friiooo! La temperatura estuvo entre cero y 8 grados Celsius. De nada me valió que me pusiera dos medias y calzara botas, era un frío tan terrible que me entraba por los pies y se me incrustaba en los huesos de todo el cuerpo.
A Venecia tendré que volver, pero junto a mi amado. Estoy súper segura que recorrer los puentes de esta ciudad tan romántica será mucho más agradable acompañada de alguien que te tome de las manos.





Por último, estuvimos en Milán, ciudad de la moda y de carísimas marcas. Muy dinámica, bastante comercial.
Gucci, Dolce & Gabanna, Chanel, Bennetton, Louis Voiutton, Prada, Valentino… de todo lo que puedas imaginar.
Aunque pocos monumentos pude apreciar aquí, traje fotos muy bonitas del Castello, que en la tarde nos sorprendió con un espectáculo de luces y sonidos hermosísimo.
El reloj nos mantuvo a la expectativa unos minutos antes de marcar las cinco, cuando cumplió su giro hasta este tiempo, el castillo se iluminó. Las luces aparecían intermitentes al compás de una suave melodía. Impresionante.
Y la fuente que está en frente también tuvo participación. El sonido de los chorros de agua al subir y bajar era majestuoso.
La Catedral, también, muy bonita.
Aquí conocimos a dos amigos, Alessandro y Fabio, que hicieron nuestra estadía aún más agradable.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"(...) que quería hablarle de mis sueños, de esos en los que tantas noches había sido la protagonista (...)"
Seguro que se harán realidad.
Bicos.
X.

Unknown dijo...

Tienes una linda manera de relatar. Y una hermosa sonrisa además.
Un beso.

Felivia dijo...

Gracias por la visita ;) Un abrazo!!

Esther Campusano dijo...

Yo sabía que Italia no me decepcionaría, si Dios me lo permite iré a Roma, y quizás a Sicilia..