miércoles, 1 de abril de 2009

Mi reencuentro con la TV


Entrevistando a Issa Gadala, premiado como Cantante Solista Revelación del Año.

Una mezcla de emoción y nervios me invadió cuando recibí la propuesta de Jorge de presentar los premios Cassandra para su programa. Emoción porque era una oportunidad para reencontrarme con mi pasión, la televisión. Y nervios, porque a jorge se le ocurre llamarme 24 horas antes del evento y yo no tenía ni vestido listo para tal ocasión, o sea, se trataba de la entrega 25, la celebración de plata de los premios más importantes que se otorgan al arte nacional. No podía ponerme cualquier faldita.
Pudo más la emoción que los nervios y sin pensarlo mucho acepté la propuesta de jorge. Con el día tan ajetreado que tenía en el trabajo ni pensar en sacar tiempo para pasear en las tiendas en busca de tesoros perdidos, así que de inmediato llamo a mami para que me busque un par de vestidos largos que me pudieran servir para la ocasión.
Hace apenas dos meses que regresé a casa, luego de más de un año fuera, tiempo suficiente para olvidar los detalles de lo que dejé en mi closet.
Cuando llego a casa, encuentro la selección de mami, que la verdad hizo maravillas al encontrar trajes que creía haberlos desechado.
Todo iba bien hasta que decido probarme los modelitos que hace unos dos años no vestían mi cuerpo. ¡Oh sorpresa a las diez de la noche! Los tres vestidos ¡me aprietan! Y eso que la gente que vive diciéndome que estoy igual de delgada que siempre, pues la vista de todos se equivocó en mis dimensiones, tengo unas cuantas onzas de más.
Decido llevarme el vestido amarillo para encajármelo como pueda.
Otro problema era que al estar tiempo fuera no me entero bien de los acontecimientos más relevantes en la farándula dominicana, y sólo me quedan unas doce horas para empaparme de lo que ha pasado con las principales figuras en el último año.
En eso me pasé un par de horas, porque imagínense, ¿qué le iba a preguntar a esa gente? El arma infalible del comunicador es la preparación y el dominio del tema que va a tratar, de lo contrario está frito.
Avancé mis labores todo lo que pude durante la jornada matutina para que nada impidiera que pudiera salir temprano a mi cita con los Cassandra.
El mismo trabajo que regularmente termino entre seis treinta de la tarde y siete de la noche, el día de los premios lo finiquité hora y media antes.
A las cinco iba yo de camino a casa pensando en cómo iba a resolver con mi creatividad el peinado que lleva el traje, porque no hubo tiempo para visitar estilistas.
Oh sorpresa, de las tantas que quisieron arruinar mi ánimo para reencontrarme con mi pasión: lo que nunca, llego a casa y no hay energía eléctrica y no tengo ni un foquito que me alumbre las greñas para peinarlas.
Medio a oscuras me baño, me maquillo, me ajusto mi vestido amarillo y me amarro esos moños como puedo, decidida a no permitir que nada impida que mi imagen salga esa noche por la pantalla chica.
Justo a tiempo, misión cumplida: Llego al teatro, me encuentro con Jorge que me saluda depositando el micrófono en mis manos.
Había olvidado su peso, creía que era más ligero. Respiro profundo, me siento tensa, tengo miedo de que los nervios me traicionen y no pueda hacer el trabajo.
Un reguero de gente alrededor de la alfombra roja, periodistas y fotógrafos en su mayoría, acosando a cada personaje que desfila.
Cuento hasta diez varias veces para serenarme.
“Estás lista?” -pregunta jorge-
“Si” -respondo temblorosa, mientras en cuestion de segundos recordé otras presentaciones en las que más que trabajo eran diversión para mi, porque se trata de la televisión, mi pasión-.
Y recordé todo lo que tuve que librar en las últimas 24 horas para estar otra vez al lado de la alfombra roja. Eso me dio valor.
“Que tal amigos, me encuentro en el teatro nacional para informarles de todo lo que acontece en la XXV entrega de los Premios Casandra…” Después de ahí todas las palabras que pronuncié fluyeron como si hubiera sido ayer la última vez que sostuve un micrófono en mis manos, como si siempre hubiera sabido los chismes faranduleros, como si fue ayer que estuve frente a una cámara, que viví mi pasión.
Entendí que cuando realmente quieres encuentras la manera de que sea posible. Tienes el coraje de enfrentar las dificultades que te encuentras en el camino y que amenazan con detenerte.
Reflexioné que cuando decimos no puedo muchas veces es que no queremos.
Que no nos arrope el miedo, el temor a lo que podría pasar, es en ese momento que tenemos que sacar fuerza y valor de donde sea para seguir fieles a nuestra meta. Si queremos, solo hace falta poner corazón, voluntad y entusiasmo para lograrlo.
Como dice el escritor brasileño Paulo Cohelo, cuando deseas algo con todo tu corazón el universo entero conspira para que se cumpla tu deseo.

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