lunes, 5 de octubre de 2009

Susurros de Dios

Mi amiga María Teresa fue la primera que me habló y me llevó a esa casa de oración. Ella tiene una fe especial y un optimismo que anima a quien la escucha. Recuerdo que fuimos las dos juntitas un viernes a las ocho de la noche. Después de ese día que experimenté de manera tan efusiva la presencia Dios en mi, no había vuelto hasta el pasado viernes.
De esa primera vez quizás han pasado unos tres años. De lo que no me cabe duda es que esa experiencia marcó mi vida. Aunque siempre quise volver a orar con el padre Darío Bencosme, excusas vanas me envolvían para dejar en el aire mi deseo.
El reencuentro con ese lugar de fe se dio gracias a otra amiga –Sí, tengo buenas amistades, jajá-. Jesús me llamó a través de Kirsis que me comentó que había ido a un grupo de alabanza de la que salió renovada y me invitó a que lo visitáramos alguna vez. Yo me emocioné cuando supe que me hablaba de la Casa de Oración Nuestra Señora de la Altagracia. De inmediato accedí a la invitación.
La noche fijada, llegué pocos minutos después de que comenzara la sesión. Todo estaba igual que el día que me estrené con María Teresa: una sala casi a oscuras, un ambiente de paz y comunión.
El padre Darío exponía sobre los ángeles que Dios envía a nuestra vida para cuidarnos (se celebraba el día de los santos ángeles custodios). Entré despacito y me acomodé en una de las sillas de las filas finales. Kirsis se integró diez minutos después con su hermana.
En la reunión de esa noche no cabían peticiones. La intención era dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas.
Reflexioné sobre las tantas cosas que tengo, que a veces no valoro en su justa dimensión. Me sentí avergonzada porque no siempre agradezco con el mismo ímpetu con el que pido.
En ese lugar la comunicación con Dios se manifiesta con una claridad que estremece.
En el momento de adoración no pude contener las lágrimas. Mi blusa quedó empapada de ligeras gotas saladas que brotaban imparables de mis ojos.
A medida que el sacerdote hablaba y decía cosas por las que él se sentía agradecido, imágenes de mi vida que han sido verdaderos regalos divinos se proyectaron en mi memoria. Me invadió una ternura y una tranquilidad indescriptibles.
No paraba de llorar. Al paso de cada lágrima sentía una liberación. Me volví a sentir perdonada, agradecida, preferida, amada, protegida, bendecida en abundancia como otras veces en que me conectado con Jesús enteramente.
Me dí cuenta de que tengo tantas cosas que agradecer que si esa noche hubiera empleado mi conversación celestial con Jesús en detallarle mi lista cuasi interminable de peticiones hubiera sido egoísta de mi parte.
Tengo trabajo, una familia que me ama, amigas que son como hermanas, un sobrino casi en mis brazos, salud, fuerzas para echar adelante, un techo que me cobija, dificultades cotidianas que me ayudan a crecer, problemas qué resolver…
Quiero compartir esta vivencia con ustedes como un testimonio. Decirles que no hay mejor aliciente que la presencia de Jesús en nuestra vida para sentirnos plenos y seguros.
También invitarles a que dediquemos tiempo de calidad a conectarnos con nuestro creador, que siempre tiene para nosotros palabras de amor que reconfortan. Que así como tenemos disponible una larga plegaria para pedir también escribamos una extensa lista de agradecimientos.
En el portal http://www.carismaticos-hispanos.com/ se puede seguir las alabanzas en vivo de la Casa de Oración Nuestra Señora de la Altagracia.

4 comentarios:

mariateresamorel.blogspot.com dijo...

Amigaa!! Yo también recuerdo con nostalgia aquel día que fuimos al encuentro con Dios, cuánta falta hace sentir esa conexión especial con nuestro Creador, que bonito es sentir su presencia.
Sabes? cuando me describes como una persona optimista..casi lloro..en serio, jaja porque mis estados de ánimo son como una montaña rusa, con altas y bajas, no puedo mantener una constante.
Lo que si puedo decirte es que escucho esos susurros cuando me siento mas sola y nada me sale bien, El tiene una manera especial de decirme, estoy contigo, no temas y retomo nuevas fuerzas.
Que Dios te siga bendiciendo amiga, y continúes experimentando su presencia.

Felivia dijo...

Mana, la vida está hecha de contrastes. Vamos a sacar lo mejor y a alimentarnos de cada experiencia.
Así también estoy yo, lidiando con esos "subeybaja".

Dice Filipenses 4:13 "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

Bendiciones para ti!!

Kenia Gonzalez dijo...

Felivia, que emoción sentí con todo lo que cuentas!!! pero sobre todo porque cuando abrí el link de la casa de oración, me encuentro con la página de carismáticos hispanos, que ha sido mi complice para llegar a Dios y donde he pedido tantas cosas que han sido respondidas de manera muy especial!!! me da muchísima alegría amiga que estes bien. me encanataría asistir personalmente a esa casa de oración, a ver cuando coordinamos!! un abrazote!

Felivia dijo...

Kenia, hooolaaa!!

Qué maravilloso que también hayas vivido esa experiencia.
Me encanta tu propuesta de que coordinemos un viernes para ir juntas.

Bendiciones para ti :)