miércoles, 21 de abril de 2010

Eran luciérnagas

Al quinto día de paro, una esperanza se enciende. Mi vuelo de regreso aparece disponible en la página web de Finnair. El júbilo se apoderó de mí desde el mediodía de este miércoles.
La angustia era mi compañera desde que la erupción de un volcán en Islandia provocó el caos en el espacio aéreo de Europa. Mi nombre se sumó al de millones de personas varadas en ciudades europeas.



Cinco días nos hemos pasado vagando, sin saber qué hacer, buscando viajes alternativos por tierra o mar. Pocas opciones.
No hay ánimo para otra cosa diferente a la de buscar la manera de volver a la rutina. La lista de los monumentos turísticos perdió su atractivo. En lugar de ver estos días como vacaciones es un estrés total.
En el hotel donde me hospedo, los que estamos varados nos mantenemos pegados al noticiario de la BBC. Las mismas imágenes, las mismas noticias en cada emisión. No pronuncian lo que queremos escuchar.
En una de esas moriremos de infarto. El ánimo baja y sube sin control. A la menor posibilidad de viajar, estalla una celebración colectiva. Pero a las pocas horas cancelan los vuelos otra vez. La alegría pronto se desvanece y nos vuelve a hundir en la preocupación.
Empezamos a consolarnos. Es difícil mantener la calma. Tenemos una familia que nos espera, un puesto de trabajo que aguarda por nosotros, una vida que vivir en nuestro lugar de origen.
Este miércoles casi juro que divisé el final del túnel. Mi vuelo estaba disponible. Me acerqué a cada amigo para despedirme, para expresarle mi agradecimiento por su hospitalidad y amable atención. 
En la tarde cancelé invitaciones pendientes. “Lo siento, no podré cenar en tu casa esta noche, debo arreglar mis maletas, me voy mañana”, le dije a mi amiga dominicana.
Y así fue. Me mantuve la noche entera recogiendo mi reguero. A casa llamé en éxtasis para contarles que nos veríamos al día siguiente. El vuelo a Santo Domingo con escala en París salía a las 7:30 a.m.
El frío intenso continúa en Helsinki. No me queda duda que Finlandia desconoce la cálida primavera. A las 10:30 pm me arropé con todo lo que pude.
Recé el Padre Nuestro muchas veces hasta que me quedé dormida. “Jesús, en tí confío. Llévame a casa pronto”, repetía.
Una especial llamada desde mi media isla me despertó un par de horas después. “Te veo mañana. Ya te extraño un montón”, le dije bajito.
A la hora precisa corro a lavarme la cara. Todavía tenía jabón cuando contesté la llamada de Anna. Sentí sus palabras como cuchilladas. “Felivia, tu vuelo se canceló”.
Pero qué dice esta mujer, está loca! Cómo es posible que cancelen tres horas antes de abordar. Desconcierto.
Estoy segura que Anna se mareó con el desfile de mis preguntas: ¿Pero cómo lo sabes? ¿Quién te lo dijo? ¿Lo confirmaste? ¿estás segura? ¿Chequeaste bien? ¿La aerolínea te envío un mensaje? Anna, ¿Estás segura?
Ella respondía paciente y calmada, como el espíritu del auténtico finlandés.
Me daba ánimos: "Mañana buscaremos otro vuelo para ti, no te preocupes. El tiempo está mejorando, seguro que puedes volar esta semana".
La luz que creí ver al final del túnel resultaron luciérnagas.
Otra vez se pone mi paciencia a prueba. Paciencia. Paciencia.
Estar varada en Helsinki es una lección de vida. Entiendo que no tengo todas las soluciones. Hay cosas que se escapan de mis manos.
La lluvia nunca falta en las películas de terror. Son las cinco de la mañana. Ahora cae un aguacero. Nadie puede detener a la naturaleza. Solo queda esperar a que escampe cuando quiera.

2 comentarios:

mariateresamorel.blogspot.com dijo...

Amiga mucho ánimo!!! Se que debe resultar difícil sentirte atrapada sin poder volver a casa en la fecha prevista. Sabes que ésta será una historia que contar a tus hijos, una experiencia para nunca olvidar en todos los sentidos. No dejes que esa esperanza en Jesús, que siempre oye nuestras plegarias decaiga, estoy segura que pronto estarás junto al calor de los tuyos que te esperan con ansias.
Vaya si pudieras venir pa ca mana..que jevi sería.
Anímate! Todo irá bien :)

Felivia dijo...

Mi querida María,

He regresado a casa feliz, gracias a Dios. Fue una gran aventura. Definitivamente, inolvidable.
Gracias por transmitirme tu ánimo.
Te aseguro que cuando estuve por allá, más de una vez suspiré por España. Qué pena que estábamos tan lejos aún en el mismo continente.
Será para la próxima visita, Dios mediante!

Un abrazo grandote :)