martes, 21 de octubre de 2008
Si quieres... es posible
Publicado en Mi Revista
Una amiga de mi madre vio la promoción en la televisión que más o menos decía: “Si eres estudiante universitario, tienes entre 18 y 26 años de edad y te interesa estudiar en México: tráenos tu currículo y récord de notas para que participes”.
Tanto me animó esa amiga que el sábado establecido con mucho entusiasmo me alisté y con los papeles necesarios asistí a la convocatoria. Allí me encontré una extensa fila de jóvenes que buscaban lo mismo que yo.
“¡Wao!” Fue la primera expresión que se asomó a mi mente. Habían más de mil personas y sólo escogerían 30. Sin embargo, no me amedrenté. Ante todo yo iba confiada en Dios para lograrlo. Tenía mucha fe en mis posibilidades y éstas no me defraudaron.
Más pronto de lo que esperaba recibí la noticia por teléfono: “Felivia, usted fue seleccionada para viajar a México con todos los gastos pagos”. La sorpresa fue inmensa, no lo creí hasta que me vi bajando del avión y pisando la tierra de los mariachis.
Siempre he creído que en todo momento habrá personas mejores que una pero también habrá peores; porque todos somos únicos, pero pocos somos especiales; con deseos y actitudes diferentes a los demás ante la vida.
Podemos ir tan lejos como quisiéramos, nuestro camino será del tamaño que estemos dispuestos a recorrer. Que sea fácil su transitar o ardua la marcha depende de la actitud con que afrontemos sus esquinas y de las ganas o positivismo con que enfrentemos al oficial que a veces nos detiene para multarnos ante una actitud indebida o para que reflexionemos sobre un paso no certero.
Si ansías algo, que tu anhelo no se quede en el simple deseo, proponte lograrlo, trabaja para ello porque las acciones hablan más fuerte que las palabras y nada llega porque sí, sino que hay que ganárselo.
Si ves un carro que te gusta en una revista, no creas que el vehículo saldrá del catálogo para ser tuyo; si quieres aprender a bailar, tus pies por sí solos no se moverán al compás del ritmo si te quedas sentado en un sillón, vete a las fiestas, ponte a bailar sin miedo, sin importar si das algún pisotón a tu pareja, ella comprenderá que así se empieza; si quieres ganar una beca, ponte a estudiar, busca superarte y hacer lo que te gusta lo mejor posible, porque con sólo quererlo no es suficiente, pero sí es el primer paso.
Es importante que seamos nosotros mismos, porque fuimos hechos perfectos para cruzar o vencer nuestras dificultades. Ningún valor tendrá nuestra caminata si no fue hecha por nuestras propias piernas y según nuestros propios esfuerzos.
Una amiga de mi madre vio la promoción en la televisión que más o menos decía: “Si eres estudiante universitario, tienes entre 18 y 26 años de edad y te interesa estudiar en México: tráenos tu currículo y récord de notas para que participes”.
Tanto me animó esa amiga que el sábado establecido con mucho entusiasmo me alisté y con los papeles necesarios asistí a la convocatoria. Allí me encontré una extensa fila de jóvenes que buscaban lo mismo que yo.
“¡Wao!” Fue la primera expresión que se asomó a mi mente. Habían más de mil personas y sólo escogerían 30. Sin embargo, no me amedrenté. Ante todo yo iba confiada en Dios para lograrlo. Tenía mucha fe en mis posibilidades y éstas no me defraudaron.
Más pronto de lo que esperaba recibí la noticia por teléfono: “Felivia, usted fue seleccionada para viajar a México con todos los gastos pagos”. La sorpresa fue inmensa, no lo creí hasta que me vi bajando del avión y pisando la tierra de los mariachis.
Siempre he creído que en todo momento habrá personas mejores que una pero también habrá peores; porque todos somos únicos, pero pocos somos especiales; con deseos y actitudes diferentes a los demás ante la vida.
Podemos ir tan lejos como quisiéramos, nuestro camino será del tamaño que estemos dispuestos a recorrer. Que sea fácil su transitar o ardua la marcha depende de la actitud con que afrontemos sus esquinas y de las ganas o positivismo con que enfrentemos al oficial que a veces nos detiene para multarnos ante una actitud indebida o para que reflexionemos sobre un paso no certero.
Si ansías algo, que tu anhelo no se quede en el simple deseo, proponte lograrlo, trabaja para ello porque las acciones hablan más fuerte que las palabras y nada llega porque sí, sino que hay que ganárselo.
Si ves un carro que te gusta en una revista, no creas que el vehículo saldrá del catálogo para ser tuyo; si quieres aprender a bailar, tus pies por sí solos no se moverán al compás del ritmo si te quedas sentado en un sillón, vete a las fiestas, ponte a bailar sin miedo, sin importar si das algún pisotón a tu pareja, ella comprenderá que así se empieza; si quieres ganar una beca, ponte a estudiar, busca superarte y hacer lo que te gusta lo mejor posible, porque con sólo quererlo no es suficiente, pero sí es el primer paso.
Es importante que seamos nosotros mismos, porque fuimos hechos perfectos para cruzar o vencer nuestras dificultades. Ningún valor tendrá nuestra caminata si no fue hecha por nuestras propias piernas y según nuestros propios esfuerzos.
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