sábado, 21 de marzo de 2009

Agentes a merced del narcotráfico



La influencia del narcotráfico en Puerto Plata llegó a un punto que los oficiales de la dotación policial de esa provincia recibían órdenes de los jefes del sicariato, en el sentido de “quitar del medio” a determinadas personas.

Los narcotraficantes pagaban un “peaje” semanal a agentes policiales, incluidos oficiales y subalternos, a los fines de tener campo libre para dedicarse al ilícito comercio de las drogas.

Un informe confidencial que preparó la comisión investigadora de la Policía Nacional sobre la situación del narcotráfico en Puerto Plata revela que varios oficiales de la dotación local establecieron relaciones personales con reconocidos narcotraficantes, de quienes recibían regalos y órdenes.

“Se ha podido determinar que miembros de la Policía y de la Dirección Nacional de Control de Drogas de servicio en la Dirección Regional Norte se olvidaron del sagrado cumplimiento de sus deberes para constituirse en una asociación de malhechores y cómplices al servicio de reconocidos narcotraficantes que operan en toda la región Norte”, resalta en sus conclusiones el informe, de fecha 10 de marzo de 2009.

Entre esos narcotraficantes se menciona a Franklin Hidalgo Batista, conocido como Franklin El Gallero, jefe de la banda La 42, quien tenía policías y fiscales a su servicio, a los que les ordenaba el arresto o liberación de sus rivales en el narcotráfico.

Además, la comisión investigadora detalla la relación de agentes policiales con otros grupos liderados por Angel Rafael Almánzar Fernández (La Ciencia), y otros narcotraficantes conocidos por los motes de Santos y Miguel.

Una conversación telefónica grabada por el equipo de investigación revela la relación de Hidalgo Batista con el teniente Pedro Julio Cabrera, quien le confirma al primero que tiene orden de arresto contra su rival Miguel Ozoria.

Además, en esa conversación el teniente Cabrera le recuerda a Hidalgo Batista que le debe “su cosita que tiene asignada los miércoles”, al referirse al pago semanal que recibía por el funcionamiento de la banda La 42.

Ese pago que recibía semanalmente el teniente Cabrera se extendía también a otros estamentos de la Policía en Puerto Plata. Así lo hizo constar en sus declaraciones a la Policía Ángel Rafael Almánzar Fernández (La Ciencia), considerado como uno de los principales distribuidores de drogas de la región.

“Para obtener un punto de distribución de drogas en Puerto Plata hay que pagar un anticipo que consiste en solventar una cantidad de dinero a miembros de la Policía Preventiva, Investigativa y Dirección Nacional de Control de Drogas para que este punto adquiera el derecho a iniciar sus operaciones”, declaró Almánzar Fernández.

El traficante explicó que se le fijaba una cuota semanal a cada una de esas instituciones, la cual aumentaba de acuerdo al incremento de las ventas del punto.

“En el proceso de la investigación se pudo determinar que la mayoría de los narcotraficantes de la región pagaban su peaje, pero además tenían la obligación de pagar un anticipo a los miembros de la DNCD y PN, como derecho a abrir un nuevo punto de distribución de drogas y al pago obligatorio de un semanal de RD$35,000 por cada punto de distribución de drogas narcóticas para operar permanentemente”, precisa el informe.

Lucro a cambio de otorgar facilidades a narcos

Miembros de la dotación policial de Puerto Plata y de la Dirección Nacional de Control de Drogas eran beneficiados con el cobro de un “peaje”.

Además, los narcos pagaban incentivos para que los oficiales facilitaran protección personal y para evitar las agresiones de sus rivales.

Otro compromiso de los agentes era suministrar a los traficantes informaciones precisas del día y hora de los operativos en los puntos de distribución de drogas, según detalla el informe confidencial preparado por la comisión investigadora de la Policía.

“Cambio de drogas ocupadas, para que los resultados del laboratorio sean negativos y ser indiferente ante los enfrentamientos a disparos, heridas y muertes causados por las rivalidades”, especifica el informe entre las bondades que otorgaban los miembros de la dotación policial de Puerto Plata y de la DNCD a los narcos.

También, encubrimiento de las operaciones, manipulación de las investigaciones criminales donde los traficantes se veían involucrados y el apresamiento irregular de vendedores de drogas rivales.

Uno que disfrutaba de mayores privilegios era el narcotraficante Franklin Hidalgo Batista, que era transportado de un lugar a otro custodiado por los agentes.

Además, esos oficiales garantizaban el paso de Hidalgo Batista por los puestos de chequeo que realizaba la Policía en acciones preventivas, para que transitara con libertad.

Asimismo, a los que pagaban el “peaje” se les concedía el derecho de no figurar en los expedientes policiales como prófugos.

El análisis indica que parte del trato era la indiferencia de los oficiales.

Historia completa publicada en El Caribe

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