miércoles, 20 de enero de 2010
Haití llora sus penas
Rafael Páez
Desde las entrañas mismas de la tierra
un estruendo pavoroso se ha escuchado,
y a seguida un temblor enfurecido de
su suelo a Haití casi ha borrado.
Todo símbolo de poder se ha ido abajo.
Hay montones de cadáveres tirados, y
se escucha el clamor de los que aún viven
cuando piden, por favor, ser rescatados.
El dantesco panorama que ha quedado
es capaz de entristecer al más vil de los
humanos, y nos lleva a preguntar por qué
Dios ha permitido tal desgracia a este
pueblo de por sí desamparado.
Es preciso con urgencia dar la mano y
hacernos solidarios con sus penas, y al
Todopoderoso elevar una plegaria por los
que han muerto en la primera nación libre
de América.
Desde las entrañas mismas de la tierra
un estruendo pavoroso se ha escuchado,
y a seguida un temblor enfurecido de
su suelo a Haití casi ha borrado.
Todo símbolo de poder se ha ido abajo.
Hay montones de cadáveres tirados, y
se escucha el clamor de los que aún viven
cuando piden, por favor, ser rescatados.
El dantesco panorama que ha quedado
es capaz de entristecer al más vil de los
humanos, y nos lleva a preguntar por qué
Dios ha permitido tal desgracia a este
pueblo de por sí desamparado.
Es preciso con urgencia dar la mano y
hacernos solidarios con sus penas, y al
Todopoderoso elevar una plegaria por los
que han muerto en la primera nación libre
de América.
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