martes, 19 de enero de 2010

La angustia del que está lejos

Pascale, que antes conversaba animada, ahora casi ni habla. La tragedia que sufre su país la mantiene retraída, ensimismada, con claras evidencias de tristeza.
¿Cómo está tu familia? ¿Qué has sabido de nuevo? Son las siguientes preguntas que le hacemos todos, después de cumplir con el protocolar “buenos días”.
"Están bien", responde escueta. Pero su mirada delata que mucho anda mal. Nosotros lo sabemos. A diario lo confirman las trágicas imágenes de Haití. Lo triste es que así continuará hasta muchos días, quizás, hasta muchos meses. A Puerto Príncipe habrá que rehacerlo y no es tarea fácil.
De mi parte, no sé cómo consolar su tristeza silente. Por algo aportar le digo que demos gracias a Dios porque, al menos, vidas no se perdieron en su familia y que lo material se puede conseguir otra vez.
La incertidumbre duele. Si hay duda, pregúntenle a Sonia. Ella no tiene la suerte de su paisana Pascale. Una semana después del sismo ignora el paradero de una parte de su familia. “Estoy desesperada”, me dice, sentada al lado de su mesa abarrotada de cremas, paquetes de cabello sintético, sandalias de goma y ropa interior femenina y masculina. No ha dejado de poner su venta en una esquina del Parque Enriquillo. “La cosa está muy mala, tengo que trabajar para poder ir a ver cómo está mi gente”, dice.
Por una vecina supo que sus primas están bien. Sin embargo, no se siente tranquila. Ha visto tantas imágenes devastadoras en la prensa que no sabe qué pensar.
Muchos haitianos todavía no han podido comunicarse con sus familiares. Para algunos, su situación de residencia irregular en el país los detiene para viajar hasta allá, a pesar de que las autoridades han flexibilizado los controles de migración.
Otros no han podido ir por falta de recursos. Dirigirse a Haití significa una inversión que algunos no pueden costear.
Es terrible la impotencia que invade al que está lejos. Querer ayudar y no saber cómo.
Sí, la incertidumbre duele.

2 comentarios:

Los Compadres dijo...

Sabes cómo quiero a Nilson. Sabes muy bien que es él mi razón de vida. Lo amo tanto que no sé qué haría si algún me faltara. Él está enfermito. Me lo internaron y eso me duele mucho. Pero saqué dos minutos para leer detenidamente este escrito. Gracias a Dios que aun existen periodistas como tú, que escriben con el corazón. Me hace bien ser tu amigo. Abrazos.

Felivia dijo...

Compadre, tus palabras me han tocado el alma.
Como sé el significado de Nilson para ti, que hayas sacado tiempo para que te sople mi brisa en medio de tu angustia, me honra.
Tu amistad es mi tesoro.
Gracias por regalarme tanta sinceridad y afecto.

Un súper abrazo :)