jueves, 9 de octubre de 2008
Después de la tormenta...
Cuando todo parecía que estaba resuelto, en realidad, empezaba a complicarse. De repente deseé que en ese momento el verbo "to be" no se conjugara en mi persona. No queria ni ser ni estar, anhelaba desaparecer y no pensar.
Pero fue imposible y tuve que vivir cada día y cada minuto con sus segundos completos. No sé de dónde saqué fuerzas para sobrevivir, porque cuando se trata de la tormenta del amor los vientos suelen ser muy fuertes y las lluvias tan intensas.
¿Quien iba a pensar que en una época tan soleada surgiría tan devastador ciclón?
Todo parecía perfecto, tanto que siempre tuve mis dudas, pero era tan difícil no creer. Además... yo quería creer. Sabía que era un 'caso serio' y aún así decidí seguir. ¿Cómo no sucumbir a las muestras de afecto, cómo no creer a las promesas o resistirme a dar lo mejor de mí a alguien que se expresaba tan sincero?
Era imposible no hacer planes, pensar en un futuro juntos, si cada vez estábamos más cerca (al menos, eso pensaba yo).
El rápido crecimiento de enormes nubes tempestuosas y los húmedos y fríos vientos presagiaron la tormenta. Así fue, una subida inesperada de presión provocó el desastre. No me dio chance de buscar un refugio, ni siquiera aparecieron las unidades de socorro a darme la alerta. Tuve que enfrentarme con las pocas herramientas que tenía (porque la mayoría las había desechado confiada en que ya no las necesitaría más) a lo que inminentemente llegaba.
Se empezó a nublar. No había tiempo para quedar a vernos. Ya no aparecían sus mensajes cargados de ternura en mi teléfono móvil, tampoco contestaba yo esas llamabas que sobresaltaban los latidos de mi corazón a las horas más inesperadas.
Luego la llovizna comenzó a caer. Circunstancias provocaron que nos alejáramos por unos días y él aprovechó para expresar las palabras que jamás imaginé escuchar: "necesito pensar".
Cayó tremendo aguacero. De inmediato supe que todo se terminó, quería decirle que no era preciso tomarse unos días de reflexión porque un segundo de dudas basta para que se esfume el amor.
Pero la idea no era que yo me liberara tan fácil del paso del ciclón. El objetivo era que pasara sobre mí el ojo del huracán. Y es que para aprender la lección tenía que mojarme en el aguacero, tenía que inundarse mi alma de tristeza, debía haber destrozos de lo que hubo intentos de construir.
Así pasaron unos dias de llueve y escampa, hasta que por fin todo acabó.
La lluvia se suaviza, el viento cesa y la tormenta termina con la misma brusquedad con que comenzó. Vuelve a salir el sol. Fueron momentos de aguda incertudumbre. Agonía.
Ya pasó, como todo en la vida. Que bueno que sobreviví y quedé enterita. Lo mejor: quedé con ánimos de contarlo y de reirme de todo, porque la verdad es insólito.
En realidad creo que no fue que la tormenta acabó sino que huyó, cobardemente se debilitó, al ver que no podía conmigo. La asustó mi firmeza y determinación. Era mucho para ella, por eso se marchó. Ha de estar devastando otras islas con sus paranoias, su inseguridad, con su miedo al compromiso, con sus ganas de ir a su aire.
Gracias a Dios en mí el sol brilla de nuevo.
Aunque al principio una crea que es la peor que experiencia que se pueda vivir y sienta deseos de odiar al antagonista de la historia, después se descubre el lado positivo. La presencia del temporal sirvió para limpiar el ambiente, han muerto los bichos raros y cómo actué a tiempo, no ha habido consecuencias peligrosas que pudieran cambiar mi esencia.
Soy más fuerte ahora. No me queda otra opción que ser valiente, porque eso del cambio climático es un problema complejo, sobre todo en Europa, y si voy a estar aqui... pues es lógico que me arme de valor.
Todavía faltan cosas que arreglar para que todo vuelva a ser normal. Eso se logrará poquito a poco, porque así es que me gusta a mí.
Es tiempo de reconstruir, de volver a levantar. Me sorprende mi fortaleza, pocas cosas se desbarataron en mí, quizás ya no creeré como antes, pero seguro que sí volveré a confiar.
¡¡Me fascinan las cosas nuevas!! Estoy en renovación, aprovechando las rebajas de hasta 70 por ciento de descuento.
Me encanta medirme ropa, escoger complementos, combinar colores, comprar, abrir cajas, quitar etiquetas, decorar mi corazón con experiencias bonitas y alegres que estoy segura que en poco tiempo borrarán todo lo malo que pude sentir o pensar. Y sólo quedará esa tormenta como una leccción más que debía conocer para poder ganar.
¡Caramba, miren de que maneras se nos presenta la vida para que aprendamos sus teorías!
Pero fue imposible y tuve que vivir cada día y cada minuto con sus segundos completos. No sé de dónde saqué fuerzas para sobrevivir, porque cuando se trata de la tormenta del amor los vientos suelen ser muy fuertes y las lluvias tan intensas.
¿Quien iba a pensar que en una época tan soleada surgiría tan devastador ciclón?
Todo parecía perfecto, tanto que siempre tuve mis dudas, pero era tan difícil no creer. Además... yo quería creer. Sabía que era un 'caso serio' y aún así decidí seguir. ¿Cómo no sucumbir a las muestras de afecto, cómo no creer a las promesas o resistirme a dar lo mejor de mí a alguien que se expresaba tan sincero?
Era imposible no hacer planes, pensar en un futuro juntos, si cada vez estábamos más cerca (al menos, eso pensaba yo).
El rápido crecimiento de enormes nubes tempestuosas y los húmedos y fríos vientos presagiaron la tormenta. Así fue, una subida inesperada de presión provocó el desastre. No me dio chance de buscar un refugio, ni siquiera aparecieron las unidades de socorro a darme la alerta. Tuve que enfrentarme con las pocas herramientas que tenía (porque la mayoría las había desechado confiada en que ya no las necesitaría más) a lo que inminentemente llegaba.
Se empezó a nublar. No había tiempo para quedar a vernos. Ya no aparecían sus mensajes cargados de ternura en mi teléfono móvil, tampoco contestaba yo esas llamabas que sobresaltaban los latidos de mi corazón a las horas más inesperadas.
Luego la llovizna comenzó a caer. Circunstancias provocaron que nos alejáramos por unos días y él aprovechó para expresar las palabras que jamás imaginé escuchar: "necesito pensar".
Cayó tremendo aguacero. De inmediato supe que todo se terminó, quería decirle que no era preciso tomarse unos días de reflexión porque un segundo de dudas basta para que se esfume el amor.
Pero la idea no era que yo me liberara tan fácil del paso del ciclón. El objetivo era que pasara sobre mí el ojo del huracán. Y es que para aprender la lección tenía que mojarme en el aguacero, tenía que inundarse mi alma de tristeza, debía haber destrozos de lo que hubo intentos de construir.
Así pasaron unos dias de llueve y escampa, hasta que por fin todo acabó.
La lluvia se suaviza, el viento cesa y la tormenta termina con la misma brusquedad con que comenzó. Vuelve a salir el sol. Fueron momentos de aguda incertudumbre. Agonía.
Ya pasó, como todo en la vida. Que bueno que sobreviví y quedé enterita. Lo mejor: quedé con ánimos de contarlo y de reirme de todo, porque la verdad es insólito.
En realidad creo que no fue que la tormenta acabó sino que huyó, cobardemente se debilitó, al ver que no podía conmigo. La asustó mi firmeza y determinación. Era mucho para ella, por eso se marchó. Ha de estar devastando otras islas con sus paranoias, su inseguridad, con su miedo al compromiso, con sus ganas de ir a su aire.
Gracias a Dios en mí el sol brilla de nuevo.
Aunque al principio una crea que es la peor que experiencia que se pueda vivir y sienta deseos de odiar al antagonista de la historia, después se descubre el lado positivo. La presencia del temporal sirvió para limpiar el ambiente, han muerto los bichos raros y cómo actué a tiempo, no ha habido consecuencias peligrosas que pudieran cambiar mi esencia.
Soy más fuerte ahora. No me queda otra opción que ser valiente, porque eso del cambio climático es un problema complejo, sobre todo en Europa, y si voy a estar aqui... pues es lógico que me arme de valor.
Todavía faltan cosas que arreglar para que todo vuelva a ser normal. Eso se logrará poquito a poco, porque así es que me gusta a mí.
Es tiempo de reconstruir, de volver a levantar. Me sorprende mi fortaleza, pocas cosas se desbarataron en mí, quizás ya no creeré como antes, pero seguro que sí volveré a confiar.
¡¡Me fascinan las cosas nuevas!! Estoy en renovación, aprovechando las rebajas de hasta 70 por ciento de descuento.
Me encanta medirme ropa, escoger complementos, combinar colores, comprar, abrir cajas, quitar etiquetas, decorar mi corazón con experiencias bonitas y alegres que estoy segura que en poco tiempo borrarán todo lo malo que pude sentir o pensar. Y sólo quedará esa tormenta como una leccción más que debía conocer para poder ganar.
¡Caramba, miren de que maneras se nos presenta la vida para que aprendamos sus teorías!
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2 comentarios:
hola Felivia, me llamo Isaac, soy de bilbao; mi madre hizo un curso de estos, un tipo de "mini carrera", lo realizo despues de fallecer mi padre y le gusto un montón, dijo que fue una esperiencia muy buena, la verdad es que ella de joven no tuvo la oportunidad de estudiar, dejo el colegio a los 14 años ya ves...
fue una forma muy buena de tener la mente un poco mas ocupada y así no sufrir tanto. Ella me preguntaba cosas sobre informática "y estó para que es y estó otró..", luego se lamentaba del no poder haber estudiado de joben, con la mirada un poco perdida, lo cierto es que hubira sido una gran estudiante, porque es una gran persona y muy buena madre..
bueno y o solo pasba por aquí y he visto tu blog y la verdad es que esta muy bien, felicidades...
Yo actualmente no tengo blog por falta de tiempo y sobre todo ganas, será que no tengo nada que decir.., en otros tiempos fui el pirata71, aún así este es mi mail: isfugg@hotmail.com)
PDT:sigue escribieno siempre
Muchas gracias, Pirata71!
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